La Cofradía de la Virgen de Atocha o del Hoyo de los Esparteros de Málaga
Diego Martínez Salas
Una de las cosas que más llama la atención al visitante de la Alcazaba de Málaga, es la cantidad de objetos variopintos que se encuentran depositados entre sus murallas. Lápidas, tumbas, capiteles, columnas, esculturas de animales, bañeras, escudos, hasta unos pies gigantes de época romana yacen por sus rincones, como si alguien los hubiese dejado allí al cuidado del portero del castillo, mientras iba gestionar ante la administración su destino final.
La realidad es que la Alcazaba ha venido funcionando como depósito transitorio al aire libre de todo lo que siendo antiguo y de piedra, no tuviera cabida en otro lugar. El problema es que en Málaga, la administración y lo transitorio, son conceptos matemáticos complejos que requieren su tiempo y estudio, por lo que alguna de las piezas allí depositadas, lleva más de ochenta años esperando la reflexiva decisión de algún funcionario asevillanado.
Pero volviendo a nuestro paseo por la Alcazaba. Una vez superado el primer recinto amurallado, nos toparemos con una cueva en la que se adivina una escultura representando lo que fue una imagen de la Virgen con el niño. Parece como si el pudor o la piedad del jardinero, le hubiese llevado a esconder la imagen, creando una cueva vegetal que la proteja, ante la vergüenza ajena, que puede ocasionar que dicha imagen no haya sido restaurada colocándole unas nuevas cabezas a sus acéfalos cuerpos.
Sabemos que la decapitada escultura, fue una representación de la Virgen de Atocha, vestida al gusto de esos años. El original es una escultura de madera muy oscura, sentada con el niño en el
brazo izquierdo y una manzana en la mano derecha. En la época visigoda ya era famosa la devoción a la
Virgen de Atocha de Madrid que no se vió nterrumpida durante la
dominación árabe. La extensión de la devoción a la Virgen de Atocha entre los campesinos castellanos, tiene mucho que ver con la vida de San Isidro Labrador que acudía constantemente a su intercesión y con las Cantigas de Santa María de Alfonso X "El Sabio", que narran varios milagros obrados ante su imagen.
Atocha es el vocablo latino del esparto, abundante en los campos próximos a la ermita de la Virgen. El esparto fue desde el neolítico hasta mediados del S. XX, la fibra natural del mediterráneo. La planta, propia de ambientes esteparios, cálidos y secos, se encuentra sobre todo en el norte del Magreb, y levante de la península ibérica (Granada, Almería, y Murcia) conocido como Campus Spartarius durante el Imperio Romano. Estos lo conocieron, durante la Segunda Guerra Púnica, potenciando su cultivo y comercialización, primeramente para la cordelería de su marina y después para la producción de los más variados objetos, destinados a todo tipo de actividades, tales como calzado, talabarderia, velas, alfombras, persianas, antorchas, escobas y todo tipo de objetos imaginables.
En Málaga durante la dominación árabe, el esparto llamado por los musulmanes “halfa”, se elaboraba en una zona extramuros, cercana al río. Esta zona, formaba un triangulo, en el que uno de los lados partía del puente de la puerta de Bab al- Wadi, o del río, y que se encontraba a la altura del actual Puente de "De los Alemanes", para continuar por el muro lateral de las Atarazanas, y llegar al espigón que entrando en el mar se remataba por una torre albarrana conocida como Torre Gorda, (en la actual Calle Torregorda). Los restantes lados de ese triangulo, serían la línea de la costa hasta la desembocadura del río, que en ese momento discurriría por la calle Prim y la ribera del río hasta llegar nuevamente al puente. Esta zona es la que se conocerá más tarde como Hoyo de los Esparteros, y abarca las actuales calles de Pasillo de Atocha, Prim, Torregorda, Ordóñez y García Caparrós.
Tras recoger el esparto durante el verano y proceder a su secado, es necesario para poder trabajarlo, sumergirlo en balsas para su cocido o enriado, Tras un mes de fermentación, se extraía de las balsas y se ponía a secar de nuevo. La zona en cuestión era ideal, pues el suelo formaba una depresión que permitía embalsar el agua procedente del cercano río, siendo lo suficientemente alejado de las zonas habitadas de la medina, como para no molestar con las pestilencias propias de la putridez de las aguas utilizadas para el cocido.
Una vez seco el esparto, el mismo se elaboraba principalmente en el arrabal Tabbanin, o "de los mercaderes de paja” y que vendría a ocupar lo que actualmente es el Perchel y la Trinidad.
La importancia del Esparto y los lugares de la preparación del mismo se mantendrán tras la conquista de la ciudad, si bien todo lo atinente al oficio se organizó a través de la Cofradía de los Esparteros, bajo el patronazgo de la Virgen de Atocha.
Esta cofradía gremial sólo permitía el ejercicio de la profesión, y la venta de sus manufacturas, a los que hubieran superado el examen de sus oficiales, quedando el contenido del mismo recogido por las ordenanzas municipales, que regulaban profusamente las condiciones necesarias para garantizar la calidad de los productos, y las inspecciones de las tiendas y talleres, que debían realizarse cada cuatro meses por los cabos de la cofradía, para garantizar la calidad de los productos. Las ordenanzas ponían especial acento en la necesidad de que el esparto utilizado para el mar, fuese elaborado con la necesaria diligencia y pericia por lo peligroso de la actividad a la que iba destinado.
Las ordenanzas de 1611, prohibían que el esparto se vendiera por medio de taberneros y otros intermediarios. El productor o recolector debía acudir a venderlo directamente a la ciudad, siendo examinado el material previamente a su venta para que el mismo se sujetase a las previsones de calidad exigidas por dichas reglas. Por su parte, los propietarios de los talleres sólo podían comprar diariamente en la ciudad, nunca fuera de ella, hasta un máximo de dos costales de esparto, prohibiéndose el acopio de la materia prima, evitándose así el desabastecimiento, la reventa y la alteración de los precios.
Para evitar la compentencia desleal entre los esparteros y unos precios mínimos para los artesanos, se establecía que los productos una vez elaborados, sólo pudiesen venderse en los talleres por sus fabricantes. Permitiéndose la venta fuera de los mismos, los lunes en la alhóndiga o el mercado sin poderlos ofrecerlos en las "plazas, en la playa o en las pescaderías".
Como podemos ver, estas reglas, serían suscritas sin dudarlo por los partidarios actuales de la economía sostenible y del comercio justo.
La Cofradía la integraban los oficiales que tenían la obligación de acudir a la procesión del Corpus Christi corporativamente con su cándelas o velas, acompañados de su Alcalde y con el pendón de la cofradía.
El domingo después de la fiesta, tenían igualmente la obligación de acudir al consistorio en la Plaza de las Cuatro Calles (actual Plaza de la Constitución) para proceder a la elección del Alcalde que ejercería la presidencia de la misma durante el año siguiente.
La cofradía, de pujante vida, costeó para su titular un retablo marmóreo que adosó a uno de los edificios que se fueron construyendo en el Hoyo de los Esparteros, tras la demolicion de las murallas en el S. XVIII, venerándose desde entonces la imagen de la Virgen que hemos visto en la Alcazaba, dando nombre a la nueva calle del Pasillo de Atocha.
En el Siglo XIX, la desaparición de los gremios, por impulso de liberalismo económico, hace languidecer el oficio de espartero, que queda reducida a una tarea familiar auxiliar de las depauperadas economías domésticas, desapareciendo la hermandad, como otras tantas hermandades gremiales.
En la década de los años treinta del S.XIX, se derriban las torres de las Atarazanas y la inmensa Torre Gorda que en su origen doblaba en altura a la puerta actual del mercado. Años mas tarde se demuele el edifico del arsenal nazarí, construyéndose el actual mercado que conserva la puerta original aunque adelantando la misma 25 metros desde su emplazamiento inicial. La reforma del entorno se completó con la apertura de la nueva Calle Prim, para lo que se demolieron las casas allí existentes, permitiendo conectar la Calle Atarazanas con el Hoyo de Esparteros.
Esta actuación transforma la zona, convirtiéndola en un barrio residencial de la alta burguesía. Entre sus vecinos encontramos apellidos ilustres como Picasso, Scholtz, Strachan, Heredia Livermore, Grund y Huelin entre otros que contribuyen a la destrucción del barrio edificado bajo los Austrias, promoviendo nuevos edificios, como el proyetado por el arquitecto Eduardo Strachan, autor de la Calle Larios, para la vivienda de los Conde de Benahavís.
Para la ejecución de todas estas actuaciones se hace necesario desmontar el altar de la Virgen de Atocha, cuya imágen quedó en propiedad del Ayuntamiento, y fue colocada en la hornacina que remata la puerta de la Iglesia del Cristo de la Salud, en la Calle Compañía, donde permanecerá hasta la guerra civil.
Avanzando el Siglo la zona se degrada paulatinamente hasta llegar a la completa ruina del Pasillo de Atocha, donde se proyecta la construcción de un Hotel diseñado por el arquitecto estrella Rafael Moneo que hará desaparecer la calle construyendo una impersonal caja de diez plantas, que fagocitará la casa construída por Strachan, para los Condes de Benahavís que en su decadente existencia terminó siendo la Pensión "La Mundial".
de un entorno decimonónico que realmente ya no existe. Algunos incluso proponen la reconstrucción del retablo de la Virgen de Atocha. Sin embargo, no parece que la citada propuesta vaya a tener éxito, por lo que nos tememos que el edifico en cuestión vaya a sufrir el mismo destino que los edificios que le precedieron, quizás como venganza callada a una época , hace tiempo olvidada y que tantos desmanes ocasionó, so pretexto del moderno liberalismo económico. Sólo queda el consuelo que con la construcción del hotel se generen algunos puestos de trabajo en una ciudad alarmada por la ausencia del mismo.
La irrupción del plástico y de las fibras sintéticas acabó también con el esparto que hoy solo pervive con carácter decorativo; haciendo desaparecer con él, todas las tiendas que se dedicaban a la venta de sus productos en la zona de Atarazanas, hasta el punto que únicamente queda abierto un comercio en la Calle Sebastián Souvirón.
¿Podrían aportarme un "mail" al que dirigirme para hacerle unas consultas sobre la Virgen de Atocha? Es de suma relevancia. El mío es smhueso@hotmail.com (Salvador Marín Hueso).
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