miércoles, 5 de diciembre de 2012





Serpiente Venenosa
El Triunfo de la Inmaculada Concepción de Málaga

Diego Martínez Salas


Inmaculada de Alonso Cano que se conserva
en el Seminario de Málaga


Si pulsas el reproductor de mp3, que se encuentra arriba a la izquierda, comenzarás a escuchar el Aria o Cantada “Serpiente Venenosa”, recientemente rescatada del Archivo de la Catedral de Málaga, donde dormía bajo el polvo de más de doscientos años de olvido, y cuya letra hace referencia al anuncio de la venida de la Virgen.

Después de la caída de nuestros primeros padres, Dios habla a la serpiente, y le dice:  

" Establezco enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje: él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el calcañar. " (Génesis 3:15)".

El demonio tentó a Eva, y será a través de María, la nueva Eva, como será aplastado. De María,  nacerá el redentor. Absoluto vencedor del demonio representado por la serpiente. No podrá su veneno, que es el pecado, hacer nada eficaz frente al redentor ni frente a la Virgen, pues en Ella se dará la mayor enemistad que se puede concebir en la tierra entre la gracia y el pecado.

Capilla de la Concepción
de los marineros
en el Puerto de Málaga
Esta bella aria, fue compuesta por Jaime Torrents (1741-1803) Maestro de Capilla de la Catedral, del que se conservan mas de trescientas obras en su archivo. Muchas de ellas creadas para solemnizar los cultos que en torno a la fiesta de la Inmaculada Concepción, se celebraron, con todo su barroco esplendor en la Catedral malagueña durante el S. XVIII.


En 1854, Pío IX, declaró solemnemente que la Santísima Virgen María:

 «...en el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia concedidos por Dios, en vista de los méritos de Jesucristo, el Salvador del linaje humano, fue preservada de toda mancha de pecado original».


Portada de la desparecida Iglesia
de la Concepcion del convento de
 las Agustinas, y que hoy abre
el Pasaje Chinitas


Cuatro años después, el 25 de marzo de 1858, la misma Virgen en una de sus apariciones en Lourdes a Bernardette de Soubirous, se autoproclama como la Inmaculada Concepción.


Sin embargo, la convicción de los españoles en la Inmaculada concepción de la Virgen, no sólo es anterior en varios siglos a su definición dogmática, sino que su defensa y promoción, llegó a considerarse como un signo de su identidad nacional, durante los S. XVI a XVIII.


Virgen de la Hermandad de la Pura y Limpia
Concepción, en su trono a principios del
S. XX. Hoy integrada en la Cofradía del
 Huerto 

En nuestra ciudad, la devoción a la Inmaculada se manifestó desde la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, con la fundación de hermandades como la de la Pura y Limpia Concepción creada en el convento franciscano de San Luís el Real; con la erección de varios conventos e iglesias bajo su advocación, caso de los desaparecidos cenobios de las Agustinas Concepcionistas(1651), en el actual Pasaje Chinitas, Clarisas franciscanas (1592) en la actual Calle Molina Lario, Trinitarias (1655), en la Calle Liborio García y Capuchinas (1698) en el solar que hoy ocupa la Calle Echegaray.


Hornacina de la Purísima en la Calle Denis Belgrano.
Año 1750.
De todos ellos, solo se conservan la iglesia de la Concepción en la Calle Nueva, que perteneció a la orden de los Clérigos Menores (1673); la capilla de la misma advocación destinada al servicio de los marineros (1717) que hoy se encuentra en el remozado muelle número uno y finalmente la portada del convento de las Agustinas, que abre hoy el paso al Pasaje de Chinitas.




La música compuesta durante los siglos XVII y XVIII, por los maestros de capilla de la Catedral (Francisco Sanz, Iribarren y Torrents) para las solemnidades de la Inmaculada, comenzaba a interpretarse durante los días de la novena de la Inmaculada, en la que cada día se estrenaban “villancicos y cantadas” de un marcado estilo italiano, muy próximo a la música profana y operística de la época. Sin embargo, no se reducían las celebraciones a la liturgia y a su música.



Ya durante las vísperas de la fiesta, se solía adornar con un alfombrado de juncias el pavimento de la Plaza Mayor (Plaza de la Constitución) y se colocaban en la fachada de las Casas Consistoriales y en la fuente de Génova, aderezos vegetales o de papel. Durante la noche se encendían luminarias, cerrándose el día con fuegos de artificio.


Iglesia de la Concepción de los Clérigos Menores,
hoy de las Esclavas en la Calle Nueva.
Al  siguiente día, el centro de la atención se trasladaba a la catedral donde acudía en masa los fieles atraídos por el estreno de las principales obras dedicadas a la Inmaculada, que eran de mucha aceptación, no sólo por su modernidad musical, sino porque a diferencia de la música litúrgica usaban el castellano. Tras la misa, se solía organizar una procesión en la que la imagen de la Purísima se colocaba sobre la carroza del Corpus, acompañándose la procesión con tarascas, gigantes y danzas.

En otras ocasiones se celebraban mascaradas en las que de acuerdo con el simbolismo propio del barroco, participaban personajes disfrazados de alegorías sobre la virgen, o se portaban símbolos alusivos a su concepción inmaculada, que recorrían los conventos y principales iglesias de la ciudad.


Reproducción del Triunfo de la Inmaculada de Fernando
 Ortiz en la Calle Cabello

A mediados de siglo, se pretendió por Felipe IV, obtener del Papa que la fiesta fuese declarada de precepto en España, lo que concedió Inocencio X, el año 1654. Como adhesión a esta pretensión, universidades, cabildos eclesiásticos, municipales, gremios, y cofradías de todas las ciudades, en especial andaluzas, hicieron voto solemne de defender si fuese necesario, hasta con su sangre, que la Virgen fue concebida libre de todo pecado.

En Málaga los Cabildos municipal y eclesiástico realizaron dicho voto el día 8 de diciembre de 1654, pasando a ser regla general en todas las instituciones y cofradías de la ciudad, comenzando por las Hermandades de la Vera Cruz y del Rico.

En el S. XVIII, se acentúa la devoción. El Rey Carlos III, piadoso devoto de la Inmaculada, solicitó y obtuvo del Papa Clemente XIII que fuera proclamada Patrona de España y las Indias en 1760. Siete años más tarde consiguió que en las letanías de la Virgen se añadiese a continuación de la invocación "Mater intemerata" la de "Mater inmaculada" (14-III-1767).




En Andalucía estas declaraciones y adhesiones, que asumían unánimemente pueblo y autoridades, darán lugar a la construcción de los “Triunfos de la Inmaculada”, fenómeno arquitectónico exclusivo del arte andaluz, y que se inspiraba en las columnas conmemorativas romanas, cristianizadas por distintos papas, como símbolo del triunfo del cristianismo sobre el paganismo.


Se conservan Triunfos de la Inmaculada en ciudades como Granada, Antequera, Baeza, Sevilla, Cádiz, Córdoba, Arjona y Écija.

Málaga no fue ajena a este proceso. El más antiguo de sus Triunfos se levantaba en el compás del Convento de la Concepción de las Clarisas franciscanas, cuyo solar ocupaba las actuales calles del Duque de la Victoria, Plaza del Siglo y Molina Lario, y que fue demolido durante la revolución gloriosa de 1868, dando lugar a la creación de las citadas calles.

Conocemos dicho Triunfo gracias a una litografía de 1840 y a una fotografía francesa de 1850 que nos muestran una columna rematada por un fanal que iluminaba la imagen con candelabros para portar luminarias, al estilo de otros triunfos como el de la Virgen del Patrocinio de Sevilla.





El segundo Triunfo del que tenemos noticia se encontraba en el convento de San Pedro de Alcántara, que ocupaba el solar que hoy delimitan las Calles Pasillo de Buenaventura, Muro de San Julián, Tejón y Rodríguez y Plaza del Teatro.

El compás o atrio que daba acceso a dicho convento se encontraba en la actual plaza de San Pedro de Alcántara, y comunicaba el convento con la Calle Carretería por una escalinata que salvaba la diferente altura de ambos espacios. Presidiendo dicho compás se erigió una columna toscana rematada por una elegante escultura de la Virgen obra del malagueño Fernando Ortiz. Escultor que comienza a ser considerado como uno de los más importantes escultores españoles del S. XVIII.










La leyes desamortizadoras y posterior especulación urbanística dieron lugar a la demolición del convento, para lo cual se trasladó en 1835 la columna y la Virgen al Cementerio de San Miguel, donde se colocó en la fuente del primer patio, tal y como refleja la fotografía adjunta y donde permaneció hasta 1906 en la que alegando su mal estado de conservación se retiró a los almacenes municipales primero y en 1916 al Museo de Bellas Artes, hasta su definitivo traslado a ese extraño Museo del Patrimonio Municipal, donde se exhibe actualmente y donde puede admirarse su extraordinaria belleza.
Capilla de la Purísima de la Catedral de Málag con el soberbio cuadro de Claudio Coello.



Fue tal la devoción a la Inmaculada en nuestra tierra y la unanimidad en la celebración, que rara era la población que no celebraba con todo el lujo que le era posible, la fiesta de la que terminó siendo patrona de España y del ejército, en una concepción del mundo que no distinguía entre la "cosa pública" y la religión.


En  este sentido resulta expresiva la anécdota que cuenta Carlos Fisas sobre un conocido diputado y alcalde de Madrid que en el año 1900, se vio obligado a visitar el pueblo al que debía su escaño. Advertido de que se había procedido a engalanar el caserío, y que las autoridades pretendían darle la bienvenida a la entrada del mismo quedó atónito cuando observó como en el arco que se levantó a la entrada del pueblo en su honor, se encontraba escrita la leyenda “BENDITA SEA TU PUREZA”. Y es que aquellos sencillos aldeanos que no celebraban en todo el año más fiesta que la de la Purísima, hubieron de emplear para el caso, los adornos, gallardetes y colgaduras que utilizaban para dicha fiesta, siguiendo una forma de comportarmiento que hundía sus raices en una tradición de siglos. 



La Virgen de la Pura y Limpia Concepción vestida al uso actual














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