domingo, 14 de octubre de 2012




 El Palacio del Sol de la Calle Granada Guardaesquinas de Málaga

Diego Martínez Salas


El ritmo de vida que actualmente imprimimos a nuestras existencias, nos contagia la celeridad de un mundo que comercia con el tiempo.

 El tiempo es dinero, nos dicen, y perderlo en algo que no sea rentable, es el peor pecado que puede cometerse en una sociedad, que termina por convertir a sus ciudadanos en seres ansiosamente rápidos y eficaces.



Vamos por la calle siempre tarde, imbuidos en nuestros problemas, rezumando ansiedad; sin fijarnos ni en las personas que se cruzan con nuestra mirada, ni en el paisaje urbano que nos rodea.


Si a caso, nos encontramos con un conocido, la tensión nos atenaza y evitamos retenerlo y que nos retenga. Reducimos nuestra conversación a un catálogo de formulismos hueros para salir del paso, y evitar que el diálogo se extienda mas de lo meramente cortes. Usamos así una buena educación tan formal como nuestras palabras.

Podemos pasear durante años por las mismas calles, sin apreciar los detalles que las adornan ni las personas que les dan vida. Pero si un día, decidimos olvidarnos del reloj, aparcando un momento nuestras preocupaciones y simplemente caminamos, comenzaremos a vislumbrar que existe una ciudad escondida, bajo cada edificio, cada detalle y cada persona que nos cruzamos. Tantas como personas han vivido, y amado en sus calles.

Si te cruzas en ese momento con un amigo, no lo rehúyas, dedícales un poco de tu tiempo, e intenta conocer lo que le preocupa e interesa. Cuando te despidas de él, seguro que te sentirá un poco mejor persona.

En estos paseos comenzarás a descubrir pequeños tesoros.  Yo en mi último paseo, descubrí un sol con el que me he cruzado cientos de veces sin advertirlo. ¿Sabes dónde está?, ¿Quien lo puso? ¿Por qué?

El sol se encuentra rematando un guardaesquinas situado en el nº 61 de la Calle Granada, en el erróneamente conocido como palacio de los Gálvez o de los Marqueses de la Sonora, obra del afamado arquitecto José Martín de Aldehuela, autor entre otras obras, del Puente Nuevo sobre el tajo de Ronda y de su Real Maestranza y que dirigió el encargo que en 1789 le hiciese Félix Solesio.




Félix Soleiso era un noble Genovés, experto en la producción de papel, (Génova era la suministradora principal de papel de España) que había conseguido a través de la influyente familia Gálvez, una patente o licencia real para exportar al nuevo mundo barajas de naipes, a condición de que su fábrica, que se conocerá como Real Fábrica de Naipes de Marcharavialla se instalara en dicha localidad malagueña, solar de origen de esa importante familia.

Para ello, nuestro genovés, se vio en la necesidad de instalar un batán que convirtiera el algodón y lino, bases del papel, en la pasta necesaria para producirlo. Esto requería una fuerte corriente de agua, para poder mover las ruedas y ejes de los batanes, de la que carecía Marcharaviella. Soleiso emplazó el batán, en un lugar de abudante corriente en las cercanías de Benalmádena, originando lo que hoy es el Arroyo de la Miel, que lo considera como su fundador.

Monumento a Félix Soleiso en el Arroyo de la Miel

El complemento de todo ello, fue la construcción del edificio de Calle Granada. Allí se centralizaban los acopios de trapos viejos, que los traperos de la ciudad surtían a Soleiso y que constituían la materia que se trabajaría en el batán para obtener el lino y el algodón, con los que se obtenía la pasta de papel. Tras la fabricación de los naipes, allí se almacenaban antes de embarcarlos con destino a América.


Soleiso obtuvo del Cabildo municipal, permiso para derruir algunas casas y retranquear la fachada del nuevo edificio, creando el actual ensanche o placeta, entre el palacio y la Iglesia de Santiago, lo que permitía que los carruajes de su almacén pudiesen girar en dicho espacio, facilitando su entrada y salida.



Ensanche de la Calle Granada. Al fondo retranqueo del edifico del Palacio y esquina donde se encuentra el guardacantos

El guardancantos de la fotografía, no era sino un refuerzo que se colocó en las esquina del edificio para evitar que se dañaran por el roce producido por el giro de los carruajes. Eran muy habituales en los cascos urbanos de nuestras ciudades por la estrechez de las calles y la ausencia de las modernas aceras. Son muy famosos los Guardacantos existentes en la ciudad de Cádiz en los que se utilizaban los cañones desechados por los buques y las fortificaciones.


El edificio originalmente carecía de todo escudo de armas que hiciese referencia al origen noble de su propietario. Sin embargo el sol utilizado en el guardacantos, hacía referencia al propio nombre de su propietario Soleiso o soleado.








Puerta del palacio antes de que se le
 colocara el escudo de los Galvez
Los aristócratas e intelectuales de estos años, eran muy aficionados a utilizar símbolos e imágenes procedentes de la mitología e historia antigua. El sol representaba a Apolo, dios de la luz, el sol y la verdad. Con el sol se suele expresar el calor, el fuego, la autoridad, el padre, la dominación, la vitalidad, la fuerza, el poder. Considerado centro del Universo, es símbolo de la inteligencia, del conocimiento y la sabiduría que destierra la oscuridad de la ignorancia. Todo lo anterior, sumado a la idea de "muerte-resurrección" e inmortalidad, dio como resultado que el cristianismo viera en él, el símbolo de Jesús.



Con su utilización, el arquitecto expresaba principalmente la importancia y virtudes del promotor, cuya gran actividad industrial y comercial ponía en evidencia los cambios que se estaban produciendo en la sociedad española bajo el impulso de los borbones. Tiempos en los que se empieza a promocionar una aristocracia útil y productiva, en lugar de la tradicional nobleza para la cual el trabajo era un auténtico baldón en su reputación.


Escudo de los Gálvez antes de su
 colocación en el palacio de Soleiso

El edificio considerado, como la obra civil más importante de la época y que gozaba de una protección integral idéntica a la de la catedral, es popularmente conocido como Palacio de los Gálvez o de los Marqueses de la Sonora, título de dicha familia, quizás por considerarse en el acervo popular que la fábrica de Naipes de Marcharavialla era propiedad de los Gálvez. La confusión viene reforzada, desde que en los años cincuenta del siglo XX, se colocara en su fachada el escudo de la familia Gálvez, procedente del palacio que dicha familia tuvo en Marcharavialla.






A continuación os dejo algunas fotografías, tomadas del Archivo Díaz Escobar, que recogen guardacantos existentes en nuestra ciudad, algunos tristemente desaparecidos. Fin al que parece destinado el palacio, que lleva más de cuatro años abandonado y en serio peligro de derrumbe, tras la desastrosa intervención del arquitecto Moreno Peralta, en una demolición en la que existen serías sospechas de haberse provocado intencionada para evitar las obligaciones derivadas de la catalogación del edifico, con el fin de edificar un hotel de lujo que finalmente parece que nunca se construirá.
Bronce representando a Hercules aparecido en la excavaciones realizadas en el solar tras la reciente demolicion




Alameda Principal, easquina con calle Pastora. Junto a la Casa Guardia



En la misma calle Pastora

Guardaesquinas de la Iglesia del Convento de las Catalinas


El perro de Santo Domingo en el mismo convento


Azucena en el guardaesquinas del Pasaje Gordón

Guardaesquinas de nueva factura en las obras del Palacio Alvarez para su adaptacion como Museo Carmen Thissen



Calle Granada esquina San José


 En el Palacio de Soleiso esquina Calle Tomás de Cozar

 Alameda Principal

Calle Torregorda esquina Panaderos



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