miércoles, 15 de agosto de 2012

Porqué los Martínez-Calderón heredarán la tierra.


Porqué los Martínez-Calderón heredarán la tierra
Diego Martínez Salas

Si te apellidas Martínez. Simplemente Martínez. No, Martínez-Campos o Martínez de Casa Sonora o finalmente Martínez de…, demás apéndices al uso, habitualmente relacionados con alguna alta torre, o algún lugar perdido de difícil ubicación y precedido de la ineludible “DE” y  que se suelen encolar al patronímico, para intentar vanamente enlucir y abrillantar al simple, vulgar y casi ordinario Martínez. Si este es tu caso y tus sienes acogen algún que otro cabello plateado, te habrás encariñado con este apellido que te habrá permitido en tu pequeña historia personal un adecuado disfraz para hacerte pasar casi de puntillas ante  muchas situaciones y personas, sin que tu condición de hijo, sobrino, hermano y demás “parientuelas” de otro Martínez te haya obligado a algo que no querías, o simplemente no se te apeteciera.

Este apellido, si eres un Martínez de buena y auténtica ley, sabrás que es patronímico derivado del nombre propio Martín. Su origen, opinan los eruditos en solares y genealogías, se encuentra en la antigua y generalizada costumbre de convertir en apellido el nombre de pila del padre u otro antecesor y aplicarlo a los hijos o descendientes. En este caso se ha derivado del que fuera en otro tiempo muy popular nombre de Martín y significa sencillamente "hijo de Martín". La terminación de "es" o "ez" en español quiere decir "hijo de" indicando el origen patronímico del apellido. El nombre Martín, fue muy frecuente y abundante por España, y parece igualmente que proviene del nombre latino martínus, gentilicio derivado de Mars, Martis, en español Marte: Dios romano de la guerra, y también: "hombre marcial, belicoso, guerrero". Lo que atribuyéndose a un español, habitualmente bajito, con malas pulgas e históricamente dispuesto a entrar en alguna guerra o disputa con vecino o forastero, parece que no es una tesis descabellada.

Otras personas mas pías, y benevolentes consideran que el nombre ha sido usual mas que por las aficiones guerreras del paisanaje por la influencia y devoción en toda Europa, desde la Edad Media hasta nuestros días, al célebre San Martín obispo de Tours (siglo IV), que compartió su capa con un mendigo. Y en España por Martín I el humano (1356-1410), rey de la corona de Aragón. Hipótesis que también parece plausible, si tenemos en cuenta la también histórica devoción hispana a frailes, santos y reliquias.

La Puerta de Toledo, actual Plaza de Andalucía de Ubeda
Como no podía ser de otra manera el apellido se encuentra extensamente difundido por toda España y América. Como consecuencia de su abundancia y naturaleza lo han llevado y lo llevan incontables familias de muy distinto origen  y procedencia, sin que exista entre ellos ninguna relación de parentesco, ni la más leve y primitiva comunidad de sangre.

Hasta aquí, hemos expuesto la doctrina genuina y ortodoxa sobre la naturaleza del apellido. Sin embargo, siguiendo a Darwin podemos observar como en la propia esencia del apellido existe un elemento común que lo ha hecho nacer para dominar junto con los García y Sánchez, el futuro de la sociedad. Y es que si entre los apellidos, al igual que en la evolución de las especies, se encuentra un principio, en virtud del cual sólo las mejor dotadas sobreviven. No podemos negar que los Martínez están especialmente dotados. Esta tesis, puramente científica se encuentra acreditada empíricamente. Y si no a mi ejemplo me remito. Dentro de veinte años en mi calle sólo existirán musulmanes y Martínez, eso si acompañado de algún que otro hispano solitario que en su día fue hijo único de alguna familia acompasada a los modernos tiempos.

En prueba de esta tesis, decir que en toda España hay unas 224.000 familias apellidadas Martínez, en Europa hay unas 300.000 familias con el apellido y en América encontramos a más de 500.000 familias que tienen el apellido. En total en el mundo hay aproximadamente un millón de familias que tienen el apellido.

En Andalucía, encontramos casas radicadas en Serón y Vélez-Rubio (provincia de Almería); Jerez de la Frontera y Puerto de Santa María (Cádiz);  la radicada en Dólar (provincia de Granada); y la existente en Úbeda, que es de la que provenimos el que escribe y sus hermanos y primos de Almería.

Todo apellido suele tener su escudo, y los Martínez de cada casa o rama tienen el propio. A los que se refieren estas letras, han venido usando desde que vivían en Úbeda que yo sepa; un escudo tajado por una banda de sinople, engolada en cabezas de dragante de oro, acompañada en lo alto de tres cruces de gules, bien ordenadas, y en lo bajo de una caldera de sable, con un lobo del mismo color, izado sobre ella. Este escudo es usado también por los Martínez originarios de Lastras de las Heras, de la junta de Traslaloma (Burgos), radicados en Tabliega (Burgos), Cuba, y Bethesda, (Maryland, Estados Unidos).

Los colores, los animales, las bandas… Todos estos elementos tienen un significado en  heráldica, sobre los que no nos vamos a detener. Sin embargo, no puedo resistirme a la explicación que daba mi abuelo Diego a los distintos elementos del escudo. En especial cuando entraba en el porqué de la zorra que no lobo (En este punto decir que al “Martínez” que hizo su descripción y que hemos trascrito literalmente, lo de la raposa no le debió cuadrar con el noble linaje, por lo que mudó zorra por lobo, quizás por parecerle animal mas fiero y solitario, y por tanto mas acorde con el ideal de tan caballeruda estirpe).

Para mi abuelo Diego, poco partidario en mudar de opinión en la calificación de zorras o lobos, la inclusión de la raposa, respondía al hecho matemáticamente comprobable de la existencia en cada familia de alguna cotorrera de renombre y es que nuestra pariente recatona del sexto mandamiento, tuvo que ser muy reconocida y sonada, para gozar del privilegio de figurar en el escudo de armas de la familia.
Las "Torres negras" de Torreperogil
Esta inclusión en las armas familiares, no es contraria a las costumbres propias de las familias hidalgas. Piense Vd, que cualquier marqués, duque o simple conde le relatará no sin orgullo, que la tatarabuela de su abuelo paterno anduvo de amoríos con tal o cual testa coronada. Pero este extraño orgullo, no le impedirá darse por ofendido, si alguien  se atreve a recordarle que esa misma abuela era ligera de los mismos cascos con que coronó a su difunto abuelo, si la persona coronante carecía de derecho a entierro en El Escorial.

Pero en fin, dejando el tema de las Damas del alquiler, y las contradicciones intelectuales de la aristocracia. Lo cierto es que la explicación de mi abuelo, me  parece mucho más atractiva que la tradicional de arcano o símbolo de la preponderancia de la inteligencia y la astucia sobre la fuerza bruta, que es francamente más Esópica y aburrida.



[1] Escudo de los Martínez

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