sábado, 30 de marzo de 2013



La Verdad y la Corrupción.
Las Escuelas de Ohanes

Diego Martínez Salas

Si pinchas el reproductor mp3, oirás el ária " Si mi esperanza, Si mi consuelo", que el compositor Jayme Torrens compuso para la Catedral de Málaga, durante los años en que acaecieron los hechos que se narran en estas líneas.

A Paco Benítez





Mi buen amigo, Paco Benítez, hombre de palabra bondadosa y amable, me remite periódicamente lo que considera de interés en la red. Lo hace con la buena intención de facilitarme los pocos momentos de recreo de que puedo disfrutar. Y la verdad es que su buen criterio consigue su objetivo en la mayoría de las ocasiones.

No hace mucho me remitió un correo donde se recogía el contenido de un expediente administrativo seguido en la población almeriense de Ohanes, durante el primer tercio del S. XVIII. El expediente administrativo en cuestión, se abría con la carta que el maestro de primeras letras de la villa alpujarreña de Ohanes dirigía a su alcalde y que textualmente decía:


“Tengo el honor de poner en su conocimiento la inquietud que me produce ver la viga que media la clase que regento, pues está partida por medio, por lo cual el tejado ha cedido y ha formado una especie de embudo que recoge las aguas de las lluvias y las deja caer a chorro tieso sobre mi mesa de trabajo, mojándome los papeles y haciéndome coger unos dolores reumáticos que no me dejan mantenerme derecho.


En fin, señor Alcalde, espero de su amabilidad ponga coto a esto si no quiere que ocurra alguna desgracia con los niños y con su maestro, éste su muy seguro servidor. Dios guarde a Vd. muchos años. Ohanes, 15 de marzo de 1734. El maestro Zenón Garrido al Sr Alcalde de Ohanes de las Alpuxarras”.


Tapar a otros la boca con argumentos de autoridad y amenazas, disfrazadas de legítimas sanciones, ha sido siempre una técnica propia de la autoridad, que nuestro edil alpujarreño utilizó con todo descaro, cuando remitió la siguiente contestación:


"Recibo con gran extrañeza el oficio que ha tenido a bien dirigirme y me apresuro a contestarle. Es cosa rara que los Agentes de mi autoridad no me hayan dado cuenta de nada referente a la viga, y es más, pongo en duda que se encuentre en esas condiciones, pues según me informa el Tío Sarmiento no hará sesenta años que se puso, y no creo una vez dadas esas explicaciones, que no tengo por qué, paso a decirle que eso no son más que excusas y pretextos para no dar golpe. En cuanto a lo de los papeles que se le mojan y el reúma que se le avecina, pueda muy bien guardárselos, aquéllos en el cajón o en casa, y éste yendo a la escuela con una manta. No obstante lo que antecede, enviaré uno de estos días alguno de mis subordinados que mire lo que hay de eso. Y ojo, que su engaño le estaría estar otros seis años sin cobrar los 500 reales de su sueldo. Dios guarde a Vd muchos años Ohanes 28 de noviembre de 1734. El Alcalde Bartolomé Zancajo.”

Ante el silencio administrativo subsiguiente, anunciado sutilmente en el texto del oficio municipal; el paciente profesor, sólo podía defenderse echando mano de su capacidad de discrepar. Único recurso que los débiles tenemos a nuestra disposición para defendernos de la prepotencia de los autoritarios, siempre dispuestos a imponer su criterio. Así, razonando su discrepancia con los argumentos científicos y racionales que escasamente disponía redactó la siguiente misiva:


"Tengo el honor de acusar recibo a su atento oficio … donde tiene a bien poner en duda el estado de la viga. Desde mi oficio anterior, Sr. Alcalde, hace unos ocho meses, pasaron las lluvias del invierno; y yo siempre mirando la viga, con la inquietud consiguiente: ¿caerá?, ¿no caerá? Y así un día y otro, como si en vez de una viga fuera una margarita. Si Vd. no cree lo que le estoy diciendo, puede mandar dos personas peritas, o venir Vd. mismo dando un paseíto, si no le cuesta mucha molestia, que yo no le engaño, mas para darle una idea del estado de mi clase me permito acompañarle un dibujo, tomado del natural, que le dará una estampa real de ella. Y de lo del sueldo, no creo que se atreva a tocar los quinientos reales, porque ya sabe Vd. lo que dice el refrán "Al cajón ni..." En fin, Sr. Alcalde, Dios le guarde muchos años de los efectos de la viga. Ohanes de las Alpuxarras a 29 de noviembre de 1734."



Molesto por la insistencia del maestro, pero obligado por los sencillos y serios argumentos utilizados por éste, el autoritario e ignoto alcalde, contestó así:







“Acuso recibo de su oficio del 29 de noviembre del pasado año y me parece excesiva tanta machaconería, en el asunto de la viga. Sepa el Sr. Maestro, que si no le conviene la escuela puede pillar el camino e irse a otro sitio, que aquí para lo que enseña, falta no hace. ¿Qué le importa a estas gentes, ni a nadie, dónde está Marte, ni las vueltas que da la luna, ni que cuatro por seis son veintisiete ni que Miguel de Cervantes descubrió las Américas? Para coger un mancaje (azadón para sacar patatas) basta y sobra con tener fuerzas para ello. No obstante, como soy amante de la curtura (sic) y no que digan que he echao (sic) al Maestro y que no lo trato, como se debe, nombraré una comisión que informe sobre el asunto de la viga, y si resulta que Vd. me ha engañao, sa caido (sic). Dios guarde a V. muchos años. Ohanes de las Alpuxarras a 15 de octubre de 1735, El Alcalde, Bartolomé Zancajo.”

En el expediente, como en la mayoría de los expedientes administrativos de hoy en día, consta el informe de los técnicos competentes, por utilizar el lenguaje administrativo, y que así reza:


"Antonio Fuentes Barranco y Juan González, maestros Albañiles graduados de la villa de Ohanes de la Alpuxarra, INFORMAN:


Que personados en el sitio denominado u llamado, sea con perdón, la Escuela de este lugar, a las doce de mañana del día 15 de mayo de 1736, acompañados por el Escribano de este Ayuntamiento, y mandados por el Sr alcalde, opinamos, pensamos, que la viga que ocupa el centro de la clase, aula o sala, que por estos tres nombres se le denomina o circunscribe, que la dicha viga no se haya movido, sólo que ha bajao cosa de diez o doce deos, sólo caer, pero nunca juntarse con el suelo aplastando a los que coja dentro. Pero como quiera que la madera es un cuerpo astilloso, tiene que crujir antes de pegar el golpazo dando tiempo a que se salven por lo menos siete u ocho, todo lo cual, y puesta la mano en el corazón y en conciencia, decimos, que el peligro que ofrece la aludida viga es un peligro leve, o sea de poca trascendencia. Todo lo cual firmamos y no sellamos, por no tener sello en Ohanes a la fecha arriba indicada. Antonio Fuentes y Juan González (firmado y rubricado)"


Felipe V, Rey de España hasta 1741
Todo expediente administrativo, lleva adjunto un informe de quienes asumen la asesoría Jurídica del organismo y que tiene por objeto ilustrar a la autoridad para que pueda resolver el asunto con pleno conocimiento de la verdad y el derecho. Nuestro expediente, no era una excepción, pues obra en el mismo que:

"Don Celedonio González-García, Escribano de la villa de Ohanes de las Alpuxarras, partido de Uxixar, reyno de Granada DIGO, declaro y doy fe, de cuanto en esta información del Maestro de primeras letras de esta localidad, sobre una viga que dice el primero al Sr Alcalde, o sea al segundo, está partida en el techo de su clase. Mi informe imparcial, desapasionado y verídico, como corresponde a mi profesión, es el siguiente: Si la viga cae y amenaza peligro, puede ocurrir:



Que mate al maestro, en cuyo caso esta digna Corporación se ahorraría los quinientos reales que le paga.
Que matase a los niños en cuyo caso sobraba el Maestro.


Que matase a los niños y al Maestro ocurriendo en este caso, como suele decirse, que se mataban dos pájaros de un tiro.
Que no matase a nadie, en cuyo supuesto no hay por qué alarmarse.

Examinados en derecho las causas y efectos que anteceden, emito este informe, honrado y leal, cumpliendo con ello un deber de conciencia. En Ohanes de las Alpuxarras a 15 de mayo de 1736. Celedonio González-García (firmado y rubricado)".



Aunque no se le puede tachar de inveraz al citado informe, nada pudo averiguarse del concepto de conciencia manejado por el servil Secretario del Ayuntamiento, como tampoco ha podido averiguarse el contenido de los restantes folios del expediente.

La incuria de los años hacen que la tinta de sus páginas se haya corrompido hasta hacerlas ilegibles. Sin embargo, quienes publicaron este expediente, allá por los años cuarenta, hallaron el siguiente documento:
"Yo don Joseph Sancho Mengibar, Cronista Oficial del la Villa de Ohanes declaro por mi honor ser ciertos los hechos que a continuación describo para que de ellos quede constancia en el Histórico Archivo de esta Villa, lamentando que la índole de los mismos ponga un hito trágico en los bucólicos anales de este pueblo. El día catorce de octubre del año de Nuestro Señor Jesucristo de mil setecientos cuarenta, siendo Alcalde de esta vila don Bartolomé Zancajo y Zancajo y siendo las doce de su mañana, se hundió el techo del Salón de la Escuela de esta localidad, pereciendo en el siniestro, el señor Maestro de primeras letras, don Zenón Garrido Marín y los catorce niños que en aquel momento daban clase. Después de laboriosos trabajos, fueron extraidos de entre los escombros, los restos de las víctimas y trasladados al Depósito del Cementerio Municipal, acompañados del pueblo en masa que era participe por entero del dolor que significaba tal catástrofe ya que todos mas o menos directamente, les alcanzaba dado el número tan elevado de inmolados en aras de la cultura.


Abierto el oportuno expediente, se ha podido comprobar que por parte de la Autoridad competente se tomaban periódicamente todas las medidas encaminadas a velar por el buen funcionamiento del Sagrado recinto; y como prueba concluyente se presentó un Expediente, incoado al efecto, en que dos peritos albañiles y el Ilustre Escribano de esta villa, informaban sobre el buen estado del local, en fecha muy próxima al suceso; ya que los informes datan del día 15 de mayo de 1736; quedando plenamente demostrado que únicamente un accidente fortuito fue el responsable del hundimiento a que hemos hecho referencia..."


Han pasado doscientos cincuenta años desde el accidente de las escuelas de Ohanes, y tenemos la tentación de considerar la descarnada brutalidad de los funcionarios de nuestro expediente, como un hecho meramente histórico, llamativo pero francamente superado por el progreso que hemos experimentado durante estos años, gracias a las conquistas educativas, científicas y técnicas que han ido redimiendo, en cierto modo al españolito de a pié, de todas las desgracias y abusos que ha padecido en la “historia negra” de España.

Hoy día nuestros políticos, a diferencia de nuestros funcionarios de Ohanes, no se expresan con el desprecio a la dignidad de las personas, con el que lo hacía el escribano, sino que por el contrario invocan constantemente la justicia y los derechos inalienables de los ciudadanos, con principio rector de su conducta política. Sin embargo, no nos podemos dejar engañar. No es oro todo lo que reluce. Cuando nuestros políticos anuncian bajo el amparo de un descarnado economicismo, la reducción de servicios esenciales en ramas como la sanitaria, o la educativa, ocultando informes que indican que la reducción de esos servicios ha de incrementar necesariamente la mortalidad de las personas que acuden a ellos, o la exclusión social de los más necesitados de un acompañamiento educativo, económico o social. O cuando se dan instrucciones, no reconocidas públicamente, para no hospitalizar o atender sanitariamente a personas enfermas crónicas o ancianas, al socaire del abuso por estos pacientes de los servicios públicos, no obstante su falta de viabilidad vital, adelantando indefectiblemente su muerte; resulta claro, que en todos estos casos no estamos muy lejos de la forma de pensar de los funcionarios de Ohanes.

El progreso o progresismo que tanto nos han vendido estos años, como mecanismo que redimiría los problemas del hombre, tropieza con factores permanentes a lo largo de la historia como el odio, el egoísmo, la avaricia o las pasiones, que ponen en evidencia, sobre todo en momentos de crisis como los actuales, que la historia no es un proceso de constante superación o avance.

El poder destructor de estos factores entre otros hace caer a este “progresismo”,en un mero voluntarismo idealista, cuando no es un mero recurso retórico.
Escudo de Felipe V

Quizás la diferencia entre los funcionaros de Ohanes y nuestros políticos actuales se encuentra en la buena educación de estos últimos, formados en nuestras modernas Universidades; expertas en la educación de rutinas, convencionalismos y tópicos, pero incapaz de dar a nuestros futuros ciudadanos y políticos un soporte moral que la autentifique y le permita librarse de pervertirse a sí misma y a quienes forma.

Nuestros políticos y algunos funcionarios tienen o han tenido hasta hace poco, un trato educado, hasta si se quiere exquisito; pero dicho trato, puede llegar a ser más agresivo e insolidario que las descaradas contestaciones de los funcionarios de Ohanes que tenían el defecto de expresar oralmente y por escrito lo que pensaban, sin someterlo a convencionalismo alguno. Y es que nuestros políticos han convertido el convencionalismo, en una auténtica disociación entre lo que piensan y hacen y lo que dicen, instalándolos en un estado de mentira permanente.



La mentira, y la ocultación de la anteposición de los intereses de partido y particulares sobre los generales se encuentra en la base de la corrupción que alarmada observa la población; que no deja de sorprenderse, de la falta de capacidad de nuestros políticos para dialogar y buscar soluciones concordadas para aliviar el sufrimiento que muchos están padeciendo en la actualidad.

El respeto a la verdad y el deseo de buscarla se encuentra en la base de todo dialogo personal y social. Si queremos resolver los problemas sociales, debemos hacerlo buscando la verdad. Mientras más se busque la verdad de las cosas más nos alejaremos de la arbitrariedad, de la corrupción y mas se adecuaran las soluciones a las exigencias objetivas de la moralidad, y del trato digno de las personas.

Pero la mentira tiene un precio. Rompe la confianza y el espíritu de cooperación, y sustituye la verdad exigida por los derechos derivados de la dignidad de los hombres por simples opiniones propiciadas por los poderosos. En el extremo, se presentan incluso falsedades revestidas por capas de veracidad en aras a intereses políticos o económicos, e incluso se instalan sistemas enteros basados en la mentira.


La justicia, dar a cada uno lo suyo, un orden social justo, y la libertad solo puede conseguirse si nuestros partidos y todos los ciudadanos aceptamos la necesidad de un dialogo social presidido por la lealtad y el respeto a la verdad. Y todos estos valores manifiestan la prioridad de la ética sobre la técnica, la primacía de las personas sobre las cosas y la superioridad del espíritu sobre la materia. La necesidad que tenemos todos y no solo los políticos, de vivir estos principios es el camino seguro para el perfeccionamiento personal y para lograr un auténtico humanismo y una convivencia social en armonía y paz.


Ohanes de la Alpujarra













































1 comentario:

  1. Es una pena que se difundan relatos que no son históricos como si lo fueran, porque en el Archivo Municipal de Ohanes no hay ningún documento que avale esta "historia", y hay muchos que hacen referencia al estado de las escuelas a lo largo de los siglos.

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