martes, 31 de octubre de 2023

En la festividad de Todos los Santos

El 3 de Marzo de 2016, el creador de este blog, mi esposo Diego, marchó a la casa del Padre. Así me decía que se marchaba, me daba la mano y me pedía que le acompañase hasta su partida. Era serenidad lo que encontraba quien se acercara a él. Confiaba en la Providencia de Dios, la misma que lo llevaría a su lado en su infinita misericordia y que se ocuparía del cuidado de sus seres queridos. 

Diego supo aceptar su paso de este mundo al otro. Siendo una persona muy vital, afrontó sin miedo a la muerte. Él es el hombre que Dios puso en mi camino para que juntos aprendiéramos a amar. Ha pasado el tiempo, y el amor lejos de apagarse es cada dia mas fuerte. Queremos con el alma, que es inmortal, por eso tenemos sed de eternidad y nuestro amor también es inmortal. Aunque lo mostramos con los actos de amor que realizamos a través de  nuestro cuerpo. Eso son no solo los besos y caricias, sino también todo acto de perdón, de reconocimiento de culpa y petición de perdón, una sonrisa por hacer la vida agradable, silenciar las palabras hirientes... Compartir alegrías, decepciones, cansancios y descansos. Conocer más del esposo, la esposa, de lo que el otro se conoce a sí mismo, nos lleva a comprender sus dificultades y sus fortalezas. Tener un proyecto común, confluir en Dios. Ese apoyo mutuo hace que ese amor siempre crezca, no solo en los hijos de la carne, sino que permite crecer en el bien, haciendo mucho más fecunda la unión, más verdadera. 







Todo ese amor solo es posible en Dios.  Él, que es el Único Dios verdadero, es un Dios infinitamente bondadoso, misericordioso. Es Amor. 

A poco que conozcamos algo de nosotros mismos sabemos de nuestra propia debilidad, de nuestra poquedad. En la medida que seamos capaces de vislumbrar el amor que Dios siente por cada uno, tan grande que le movió a crearnos a cada uno, así como soy, como somos, y que aún hoy le mueve a sostenerme en la vida; solo conociendo la Misericordia de Dios sobre mí, puedo mostrar misericordia sobre el otro. Dios me ha enseñado esto desde la infancia a través del Evangelio. Este Evangelio que se hizo Carne en Cristo,  se volvía “a hacer carne” en mis padres, en mis hermanos, en tantos ejemplos en la Iglesia. En mi vida de adulta es a través de Diego, también en nuestros hijos, donde Dios se ha vuelto a mostrar, “a hacer carne”. Y hoy que tengo medio corazón ya allí en el cielo, siento que tira mas y mas de mi, mostrándome más claramente como se derrama el amor de Dios sobre nosotros. Y cómo, Dios necesita de esa entrega alegre y confiada, a pesar de la adversidad, para seguir haciéndonos llegar su Palabra, su Providencia, su Bondad. 

Ahora que celebramos, como cada 1 de Noviembre, la festividad de Todos los Santos, quiero mostrar mi agradecimiento a todos los Santos, por facilitarnos la vida con su amor a Dios, y por Él a las personas. Un amor purificado por Dios, y por ello verdadero. Gracias a todos los Santos anónimos para el mundo, pero no para Dios, no para quienes hemos sido cercanos y amados por ellos.  Gracias especialmente a Diego.





miércoles, 18 de diciembre de 2013

La Iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación de Grazalema. Su creación y construcción




La Iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación de Grazalema. Su creación y construcción

Diego Martínez Salas
Fotos: Miguel Martínez Salas

Dibujo de Jesús Romero (www.elsurderomero.com)

Tras la conquista de Ronda por los Reyes Católicos el 22 de mayo de 1.485, caen todos los pueblos de la serranía.

Los Reyes Católicos deseaban que las poblaciones que se fuesen conquistando en esta fase de la guerra de Granada se adscribiesen a la Diócesis de Málaga, en perjuicio del Arzobispado de Sevilla, que había venido administrando los territorios que se fueron incorporando a la corona durante todo el siglo anterior, dado que la sede de Málaga, desaparecida durante la dominación musulmana y restaurada en 1420, sólo existía a efectos prácticos sobre el papel.

Los reyes para limitar las ambiciones de la poderosa archidiócesis hispalense, y mejor organizar los nuevos territorios, conforme a su visión regalista de la religión y el estado, solicitaron del Papa Inocencio VIII, una Bula que éste otorgó el 4 de agosto de 1.486 y que les confirió el privilegio de erigir todas las Mitras, abadías y beneficios eclesiásticos del Reino de Granada. 

Dicha bula la recibieron los reyes el día 25 de agosto de 1.487, a sólo siete días de haber conquistado Málaga, lo que les permitió erigir de inmediato su Catedral y Cabildo, instrumentos imprescindibles para la organización, y administración de un obispado de la época, que ante la inexistencia de provincias, servía igualmente a los reyes como instrumento para su propia administración. 

Çapilla del S. XVI
En uso de la mencionada Bula, se erigieron parroquias en Ronda, El Burgo, Setenil, Marbella, Álora, Coín, Alhaurín, Mijas, Alozaina, Casarabonela y Málaga, que son las primeras de la diócesis de Málaga, junto a las serranas de Benaocaz, Villaluenga y Grazalema, sobre las que Sevilla mantendrá sus pretensiones hasta que en 1493 Roma fija definitivamente los límites de ambas diócesis, manteniendo al Señorío de las Cuatro Villas en Málaga.

Así, el día 12 de noviembre de 1.487, se erige la Parroquia de Grazalema (1), si bien el edificio que la albergó debió de existir desde el mismo momento de la conquista. A esta hipótesis contribuye la advocación elegida para la Parroquia: “Santa María de la Encarnación”. Devoción muy querida por los Reyes Católicos y bajo cuya patronazgo ponían las mezquitas principales de las poblaciones que tomaban una vez eran consagradas, lo que ocurría de inmediato como primer acto de gobierno tras su conquista. Igualmente abona esta tesis, el hecho de que la creación de las primeras parroquias fuese retardada por los reyes a la espera de la bula citada y el que sólo se erigieran estas parroquias en los lugares en los que existía población de cristianos viejos.

Así, Grazalema debió estar habitada por un importante, aunque minoritario grupo de cristianos desde su conquista, como para justificar la erección de una parroquia. Y ello antes del "repartimiento" efectuado por la  Duquesa de Arcos a partir de 1.501. Repoblación que se suele considerar como el punto de partida de la presencia cristiana en Grazalema, y que  vino motivada por la expulsión de los moriscos, mayoritarios en la Sierra tras las revueltas originadas por las políticas de bautismos forzosos y que dejó toda la Sierra bajo mínimos de población a partir de enero de 1.501.


Las obras de ampliación. 1625-1631


Trasera de la Iglesia. En primer término la nave
que debió formar parte de la primitiva iglesia 
El Siglo XVI, es el siglo del despegue demográfico y económico de una población que comienza a tener una pujante ganadería y artesanía textil. 

Ya en 1.531, figura la Parroquia de Grazalema como contribuyente al Real Subsidio. Impuesto autorizado por Roma al emperador Carlos para financiar sus guerras por su componente religioso y que gravaba las rentas de los sacerdotes que disfrutaban beneficios eclesiásticos y de las hermandades y cofradías.

Por las actas de este impuesto, sabemos que era Párroco de Grazalema don Bernardo Cumplido y beneficiados de la misma los Rvdos. Bernardo Saborido y Mediavilla. También nos indican dichos documentos que existían en la citada parroquia cuatro hermandades: La de Nuestra  Señora de la Encarnación, la de Nuestra Señora de Gracia, la hermandad de San Lázaro y la confraternidad de San Antón y San Sebastián. Todas ellas con rentas que las sujetaban al impuesto y que demuestran una pujante economía, superior a la media de los pueblos del obispado. (2) 

En ese momento, la planta de la primitiva iglesia debió de coincidir con la nave que hoy ocupan la Sacristía y parte de la nave de la epístola donde se encuentra la capilla de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno. 

Algunos restos de este edificio pueden verse aún, como una puerta tapiada en la Callejuela del Perdón, y una capilla poligonal presidida por una pequeña imagen de San Isidro junto a la sacristía.

Para el año 1.625, el templo resultaba claramente insuficiente para atender a la creciente población, por lo que el Obispado promovió su ampliación comprometiéndose el ayuntamiento y otros vecinos a contribuir a la adquisición de los solares necesarios y cuyo precio de compra sumó cinco millones de reales; abonándose uno con el producto de las limosnas prometidas, asumiendo el resto la diócesis. 


Firma de Pedro Díaz de Palacio

Pedro Díaz de Palacio.  


Las obras se presupuestaron en dieciocho millones de reales, “conforme a las condiciones y planta que el maestro mayor de este obispado dio en tiempo, siendo gobernador de este obispado el licenciado López Galindo que la mandó hacer.” (3)

El diseño de la Iglesia se realizó por el arquitecto Pedro Díaz de Palacio,  natural de Trasmiera (Santander), y Maestro Mayor de la Catedral de Málaga desde 1592.

Túmulo levantado para los funerales de
Felipe III en la catedral de Málaga, según
diseño  de Pedro Díaz de Palacio
No debe confundirse a este arquitecto, como hace la mayoría de historiadores,  con otro del mismo nombre y naturaleza fallecido en 1.599 y que fue escultor, retablista y maestro mayor del arzobispado de Sevilla hasta 1574.

Del autor de los planos de nuestra iglesia sabemos que en 1631 finalizó las obras del Coro de la Catedral de Málaga, ejecutando igualmente las de muelle nuevo de su puerto, y el túmulo levantado en la catedral para los funerales de  Felipe III (1.621).

Como responsable de las fábricas menores del obispado intervino en la conservación y reforma de numerosas iglesias, conforme a un sistemático plan de reparaciones que renovó la mayoría de los templos del obispado; siendo de sus primeras realizaciones la torre de la Iglesia de Villaluenga del Rosario, cuyo modelo inspirará mas tarde  las de  Álora y Grazalema.

De sus realizaciones de más calado se conservan: la ampliación de las Iglesias de San Juan en Málaga (1620), la Iglesia de la Encarnación de Grazalema (1625), la de igual título en Álora (1627), la de San Pedro en Málaga (1629) y finalmente en 1.636 año de su muerte la reforma de la parroquial de San Pedro en Antequera. 


El proceso de ejecución de las obras del Siglo XVII


Las obras se adjudicaron a Andrés de Balberde que  agrupaba a un grupo de maestros albañiles de Grazalema, asociados para su ejecución y entre los que se encontraban Miguel Navarro, Esteban Rodríguez Castellano, Francisco de Alba y Antonio de León. (4)

Osario realizado en 1628
Comenzadas las obras ese mismo año, avanzaron a buen ritmo hasta que en 1.628, el maestro mayor y el obispado introducen las siguientes  modificaciones:

“Que la armadura de la parte donde está el relox se quiten dichas alfardas (vigas) que están podridas y se hechen otras tantas nuevas. Que se levante la armadura de la nave de en medio una vara y media (1.35 metros aproximadamente ) porque está muy baja y con la nave nueva se tapan las ventanas y queda muy oscura. Que la nave vieja se levante una vara (0.83 metros) conforme a la nueva, y la puerta que está en la de la nave vieja se alce y se le hagan dos gradas a la parte de la calle. Que se hagan lucir las testeras de las naves viejas y por la parte de afuera por los daños que les hacen las aguas. Que se haga un ossario donde estén recogidos los guesos. Que se haga un aposento junto a la sacristía y en él una escalera para la torre. Que se realicen las obras de la sacristía fuera de la nave nueva que está mandada hacer para que la dicha nave quede más capaz y que la dicha sacristía sea a costa de dicha villa”.



Puerta del Perdón en el Callejón del
 mismo nombre
La ejecución de estas modificaciones que darán al templo la amplitud y elegancia que hoy presenta, provoca graves divergencias entre el Obispado y los contratistas con respecto a su importe y a la procedencia del pago de parte de las mismas.

Esta falta de entendimiento debió agravarse con el fallecimiento de Andrés de Balberde que representaba a esta peculiar Unión temporal de maestros albañiles, y que debió incluso de generar graves desconfianzas entre los socios, que se atisban de la lectura de la documentación conservada. Todo este cúmulo de circunstancias desembocó en la paralización de las obras. 

Tras tres años de suspensión, las obras se van deteriorando hasta el extremo de poner en peligro la misma conservación del edificio, lo que determinó a Gonzalo de Salas, beneficiado de la Iglesia de Grazalema a escribir el 7 de julio de 1.631,  al Gobernador del obispado, en su propio nombre y en el de todos los sacerdotes de Grazalema, diciendo:

… que dicha Iglesia tiene mucha grande necesidad de que los texados se recorran (cubran)  de nuevo pues la madera se va pudriendo por la mucha agua que le cala. Que el suelo de la iglesia se ensole porque no hay un solo ladrillo en toda ella y como es fuerza el barrer por el mucho polvo que tiene se van descubriendo los huesos de los difuntos. Que la torre se acabe. Por no estarlo, la sacristía que está abajo, en hinbierno es una laguna de agua. Que el coro alto se haga, y en las ventanas se pongan rejas por seguro y se les hechen eserados por los muchos aires que por aquí corren y el peligro de que estando celebrando se corre. Que se acabe de enlucir la obra y iglesia y acabar con todo lo que está mandado hacer por Decreto (…) que no es cosa alguna más que de lo que está mandado hacer y que de no reparar la obra y la iglesia corre peligro toda la obra que tiene y se ha hecho que es la mejor y de más buenos materiales que hay en todo el obispado y sea lástima que se pierda que es lo que nos mueve a suplicarle.”

La carta surte el efecto deseado y el Obispado, ordena tres días más tarde que se continúen las obras. 

Es probable que en ese momento amenazase a los maestros albañiles con prescindir de ellos y sustituirlos por otros, si no se reiniciaban las obras, pues el día 21 de julio de 1.631, Diego Rejón, comparece en nombre de los maestros albañiles y de sus fiadores ante el escribano de Grazalema Francisco Merodio, manifestando al Obispado que sus representados:

“…la quieren proseguir con que se le de alguna alguna ayuda de coste para acabarla pues mis principales han gastado lo que se le ha dado hasta ahora en demasía y queda otro tanto por hacer  (…) y de otra forma no se de permiso a persona alguna para que le haga y fenesca (terminen) atento a que mis principales están prestos a hacerlas.  Pido a S.Sª así comande y se tasen las obras demasías y se paguen a mis principales como cosa distinta de la obligación de lo hecho”.

El obispado accedió a lo solicitado, ordenando la tasación de las obras pendientes lo que realizó el 21 de agosto el canónigo Trinidad Rodríguez de Soto, entregándoseles a cuenta de las obras pendientes de ejecutar tres millones de ducados previo afianzamiento de dicha cantidad que prestaron, Alonso Trujillo, Miguel Navarro, Esteban Rodríguez e Isabel de Lopera Viuda de Andrés de Balberde.

Reiniciadas las obras, Francisco de Alba y Antonio de León comunican al Gobernador de la Diócesis que las han acabado a la perfección el 13 de diciembre de 1631, pidiendo que se proceda a su tasación.








Descripción del templo 

El edificio resultante no creo  que difiera en esencia del que hoy podemos contemplar. Se trata de una iglesia con planta de cruz latina, de 40 por 18 metros con tres naves, cubiertas por bóvedas de cañón, seccionadas con arcos fajones. 

 La nave central aprovecha su mayor altura para abrir lunetos que facilitan su buena iluminación. El edificio se sostiene con pilares de planta cuadrada achaflanadas en sus esquinas con basamento de piedra. El crucero y las cabeceras de las naves laterales se cubren con cúpulas sobre pechinas realizadas probablemente en el Siglo XVIII, siendo la cabecera de la nave central de testero plano, sin ábside.
Tapiado de la puerta de la nave
del evangelio

Originariamente tuvo cuatro puertas. Una de ellas, en la nave de la epístola era conocida como la Puerta del Perdón, por ubicarse en la callejuela del mismo nombre, (así denominada por ser el camino usado para pedir el Viático). Dicho acceso fue tapiado tras la guerra civil y su decoración aún es visible. Otra estuvo en la nave del Evangelio, y solo podemos adivinar su ubicación por el tosco parche realizado para su tapiado.

Las dos puertas actuales son de estilo toscano con piedra de la sierra, y han inspirado el estilo general de las portadas de toda la villa. En cuanto a la torre es bastante original su forma y división en tres secciones rematadas por  un cuerpo de campanas de sección inferior a la base para dar paso a una barandilla, y cuyo modelo ha inspirado la actual de la parroquia de Villaluenga.

La iglesia en su parte más antigua, (probablemente los restos de una torre del S. XVI), se une  con la casa rectoral con un algorfa que permite el paso de una calle, así como  que la iglesia permanezca exenta de toda edificación. Cabe sólo pensar si la forma en codo del paso que a que da lugar la algorfa y su cercanía a las antiguas fortificaciones, no son sino la perpetuación con nuevos edificios de las antiguas estructuras construidas para las defensas de los accesos  al caserío musulmán, como parece indicar el nombre de la calle donde se encuentra: "Puerta de la Villa". Todo lo cual nos lleva a la necesidad de plantearse la práctica de algunas excavaciones arqueológicas que nos permitan comprender mejor el templo y la configuración del caserío musulmán. 



Restos de la antigua Iglesia del S. XVI y de su posible torre


Contrafuerte 

Algorfa que comunica la sacristía con la casa rectoral

¿ Servía esta algorfa como puerta de la villa como parece
 recordar el nombre de la calle ?

Las obras del Siglo XVIII


Durante el resto del siglo XVII y el XVIII, se procede al enriquecimiento de su interior, sobre todo de la mano de las pujantes hermandades que allí se encuentran establecidas: Hermandad de las Ánimas, Santísimo Sacramento, Dulce Nombre (Ntro. Padre Jesús), Nuestra Señora del Rosario, Corazones de Jesús y María, y de Ntra. Señora de la Soledad o de los Dolores. Sin embargo, el paso del tiempo y lo inhóspito del clima grazalemeño provoca que la techumbre comience a arruinarse por lo que en 1.784 se pide al Obispado permiso para proceder a su reparación así como para bendecir las nuevas campanas de la Torre (6). Dichas obras debieron igualmente de alcanzar a la Sacristía que debió de trasladarse a su ubicación actual, haciéndole perder su configuración original.





La Invasión Francesa

El día 3 de mayo de 1810 los franceses realizan una operación de castigo contra Grazalema, reduciendo a cenizas tres cuartas partes de la población, quedando asoladas las mejores casas, y todas las producciones de lana, aceites, tocinos y demás que componían la subsistencia de sus vecinos, quedando todos en la mayor miseria (7)

Sabíamos que la Iglesia de la Encarnación fue afectada por dicho ataque, y que su archivo y probablemente la sacristía fueron destruidos, pero no conocíamos el alcance real de los daños hasta que recientemente el historiador serrano Jesús Román Román, dio con un documento en el Archivo Histórico Nacional en el que se solicitaba de la Regencia autorización para la reparación del templo y donde se daba cuenta de cómo el día 10 de agosto de 1810, se reunió el Cabildo de la Iglesia Parroquial integrado por el Dr. D. Gregorio Mateos beneficiado de la Parroquia, D. Antonio Naranjo Cura ecónomo de la misma, D. Diego Atienza Mariscal y D. Roque de Pomar, Alcaldes Ordinarios de Grazalema y el Ldo. Dr. Tomás Pérez, D. Bartolomé Díaz, D. Juan Carrasco, D. Alonso Melitón Vázquez, D. Antonio Ruiz y D. Antonio Cazaya, en su calidad de Mayordomos de las Hermandades de las Ánimas, Santísimo, Rosario, Soledad, Aurora, Veracruz y Ángeles, “…ante la situación en la que se encontraba la techumbre y ante el peligro que corría el templo de cara al invierno que se aproximaba, (…) para tratar el asunto de la financiación de las obras de restauración del techo o media naranja de la Iglesia de la Encarnación que había quedado reducido a cenizas por la crueldad y perfidia de los franceses como resultado de la obstinada resistencia que aquellos vecinos le pusieron el día 3 de mayo”

En dicha reunión se hizo constar como su techo, los retablos, el vestuario y los vasos sagrados estaban convertidos en cenizas, por lo que era urgentísimo, al menos, arreglar su techumbre para que el templo sirviera de nuevo para las funciones sagradas, ya que hasta ahora se estaban realizando en la ermita de la Aurora en la que apenas cabía la décima parte de las almas.

Continúa contándonos Jesús Román que los asistentes a la reunión expresaron como no se podía esperar a que la restauración se hiciera por los fieles de la iglesia porque notaban menos piedad y devoción y esto retrasaría mucho la obra, sin que tampoco fuese posible contar con los fabricantes de paños debido a las pérdidas que habían tenido por los saqueos e incendios. Ante esta coyuntura decidieron según el citado historiador:

“que serían las Hermandades grazalemeñas las que con sus propios fondos llevarían a cabo la restauración para que no se arruinara su suntuosa fábrica valorada en cuarenta mil pesos. Para ello las Hermandades pondrían sus fondos en uno común así como el valor de la plata que todavía poseían y que habían logrado salvaguardar de la rapiña napoleónica.

Los fondos provenían de las fincas, censos, limosnas, etc. que estas Hermandades poseían”.


Para la ejecución inmediata de las obras se creó una comisión integrada por los sacerdotes y alcaldes arriba mencionados y además por D. Alonso Chacón de Lerena; D. Bartolomé Díaz Álvarez; D. Francisco Benítez; D. Francisco Benítez Romero (Presbítero); D. Antonio Dianez; Juan de Dios Bautista Chacón; D. Vicente Naranjo; D. José Barea Borrego; D. José de Piña; D. José Santiago Lovato; D. Juan Santiago Barea; D. Antonio Jiménez del Canto; D. Lucas Franco; D. Cristóbal Gómez; D. Francisco de Soto y D. Andrés Cano, actuando de tesorero Alonso Melitón Basquez, dándose una completa regulación del funcionamiento económico de la misma.

Remitida la solicitud para obtener la licencia de las obras al Consejo de la Regencia en Cádiz, aprobó éste el 18 de septiembre de 1810 la restauración, recomendando que la dirección de las mismas fuesen dirigidas por un arquitecto de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, si bien desconocemos quien fuera el elegido si es que en las circunstancias en las que vivía el país se llegó a contarse con él. (8)

Las obras debieron de limitarse a la reparación de las cubiertas del templo y de la sacristía que ardió junto a su archivo, dada la estrechez económica, aunque la piedad de los grazalemeños y sus hermandades hicieron que pronto volvieran a recuperarse el mobiliario, las imágenes,  los retablos y los ornamentos del templo, una vez finalizó la contienda y que subsistirán hasta los sucesos de 1936 en los que si bien el edificio no sufrió daños, “...fueron destruidos e incendiados el órgano, armónium, retablos, tablas pictóricas, telas, tapices, imágenes de talla, vasos sagrados, ornamentos, una verdadera riqueza, admiración de todos lo que las conocieron” según reza el informe oficial levantado por el arcipreste de Grazalema tras la guerra. (9)



Altar mayor destruido en 1.936



NOTAS

(1)      Guede Lisardo. Historia de Málaga (1) Parroquias y anejos. Pag. 226.
(2)      Archivo Catedral de Málaga. (ACM) Leg. 31 pz 2 fols 35 y s.s.
(3)      ACM Leg. 552.
(4)      Ibidem.
(5)      Ibidem.
(6)      ACM. Leg.645. Pieza 14.
(7) ROMAN ROMAN JESUS. La Guerra de la Independencia en Grazalema. Artículo publicado en la obra colectiva “.Estudios sobre la Guerra de la Independencia Española en la Sierra de Cádiz. Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía. Dirección General de Administración Local, 2012, págs. 269-282.
(8)      Archivo Histórico Nacional. CONSEJOS, 12005, EXP. 69.
(9)      Archivo Diocesano de Málaga. Caja 371.

viernes, 6 de diciembre de 2013

La Guerra de la Independencia en Grazalema
 (1810-1812)

Jesús Román Román




1. Introducción.

Las tropas napoleónicas no pudieron invadir Andalucía en julio de 1808 al ser derrotadas en la famosa batalla de Bailén por el ejército del general Francisco Javier Castaños, capitán general del Ejército de Andalucía. Andalucía quedó libre de la presencia de las tropas invasoras hasta enero de 1810. El punto de inflexión se dio tras la aplastante derrota española el 19 de noviembre de 1809. El ejército español al mando del general Aréizaga fue destrozado por las fuerzas francesas dirigidas por el mariscal Soult. Ante este hecho lo que quedaba del Ejército del Centro se replegó a Sierra Morena. A lo largo de este extenso frente, que ocupaba algo más de 150 kilómetros, se organizó un último intento de resistencia por parte de los restos del ejército español derrotado en Ocaña. Las pocas fuerzas españolas que se enfrentaron al poderoso ejército francés fueron derrotadas y dispersas el día 20 de enero de 1810. A partir de esta fecha las tropas francesas avanzaron hacia las principales capitales andaluzas y en sólo 15 días Andalucía quedó ocupada por las águilas napoleónicas. Las tropas del mariscal Sebastiani entraron el día 23 de enero en Jaén. Ese mismo día el general Víctor entró en Córdoba. Sebastini llegó a Granada el 28 de enero y el 5 de febrero entró Málaga. Víctor llegó a Sevilla el 1 febrero, capitulando ésta y permitiendo con esta acción que el único cuerpo militar que quedaba en pie, el del Duque de Alburquerque, pudiera alcanzar Cádiz. El 5 de febrero de 1810 las tropas del general Víctor comenzaban el asedio a la capital gaditana.


Durante el avance arrollador de las tropas napoleónicas por Andalucía la Serranía de Ronda se llenó de dispersos(1) que intentaban llegar al Campo de Gibraltar. Este punto había sido designado por las autoridades militares como lugar de reunión de las tropas españolas en caso de derrota ante las fuerzas francesas(2). Por su parte, las tropas francesas no tardaron en aparecer por la Serranía rondeña. El día 3 de febrero se avistó en Villamartín por el camino de Sevilla a los primeros soldados franceses, del 2º Regimiento de Dragones Imperiales, que descansaron en Villamartín partiendo a la mañana siguiente por el camino de Bornos(3). A mediados de febrero las plazas más importantes de la Serranía de Ronda estaban ocupadas por las tropas francesas. Ronda, capital de la comarca serrana, había caído sin prestar resistencia el 10 de febrero a pesar de contar con unas formidables defensas y con 4.000 hombres del derrotado ejército de Sierra Morena. Las autoridades rondeñas capitularon ante las tropas francesas al mando del coronel Vinot por miedo a un largo asedio(4).


Grazalema, plano de Tomás López, 1780.
Biblioteca Nacional de España.

Grazalema, a principios del siglo XIX, era una de las localidades más importantes de la Serranía de Ronda y la más destacada de las Cuatro Villas, con las que compartía término y jurisdicción. Esta importancia era debida sobre todo a su pujante industria manufacturera que propiciaba a su vez el auge de la ganadería –cría de oveja merina–, cuyos productos, mantas y paños realizados en lana pura, tenían salida en el mercado nacional e internacional ya que incluso se exportaban a Hispanoamérica. El censo de Floridablanca publicado en 1787 exponía que Grazalema contaba en esa fecha con 7.382 habitantes, con una economía mayoritariamente industrial ya que disponía de 700 artesanos y 300 fabricantes frente a 450 jornaleros y 40 labradores(5).


Grazalema era una villa de señorío perteneciente a la casa ducal de Arcos. La muerte de Antonio Ponce de León, XI duque de Arcos, sin descendencia, hizo que la casa ducal de Arcos pasara a la jurisdicción de la de Osuna en la figura de su prima María Josefa Alonso Pimentel Téllez Girón, condesa de Benavente y duquesa de Osuna. Ésta conservaba la potestad de nombrar al corregidor así como a otros cargos administrativos, además poseía en la villa a un administrador encargado de velar por los intereses de su señora(6).


2. Grazalema ante los invasores franceses: las primeras operaciones de la partida de Andrés Ortiz de Zárate, El Pastor.


Andrés Ortiz de Zárate acaudilló en un primer momento las partidas guerrilleras que se formaron en el sector occidental de la Serranía de Ronda en 1810(7). Ortiz de Zárate era un profesor de matemáticas, autor de la obra Aritmética para Comerciantes, que había servido a finales del siglo XVIII durante dos fases diferentes en el ejército enrolado en el Regimiento de Infantería de Asturias, al que se incorporó con sólo 16 años. Destacó en su lucha contras las fuerzas invasoras francesas en la provincia de Alicante, donde residía cuando fue invadida la península en 1808, y posteriormente en la Serranía de Ronda y Campo de Gibraltar en 1810. Establecido en la colonia británica de Gibraltar por mediación del gobierno de ésta a principios de agosto de 1809, se dedicó a la enseñanza hasta la invasión de Andalucía por las fuerzas del mariscal Soult(8). El 10 de febrero salió de la colonia británica con el cometido de animar a los pueblos de la Sierra y comarcanos.


El primer encuentro de las fuerzas serranas con fuerzas militares francesas en Grazalema se produjo el 15 de febrero de 1810. Días antes se habían sublevado contra la ocupación napoleónica los vecinos de El Bosque. En esta primera operación, que tuvo como escenario Grazalema, resultó herido por parte francesa el teniente Péthion, del 21º de Dragones(9).


El 28 de febrero pasó por Grazalema parte de la comitiva regia que estaba en camino desde Arcos hasta Ronda(10). El 27 de febrero el rey José I había salido de Arcos llegando ese mismo día a El Bosque donde la comitiva se detuvo y pasó la noche. El 28 se pusieron en camino dividiéndose el cortejo en dos. Una parte, donde iba el monarca, tomó el camino hacia Zahara de la Sierra y la otra tomó el camino hacia Grazalema; en esta última iban el amigo y superintendente de la Casa Real, Miot de Mélito y el ministro de la Guerra, Gonzalo O´Farrill. Así describe Miot de Mélito los paisajes que se encontró hasta Ronda:


"El 28 de febrero, de El Bosque a Ronda. Al salir de El Bosque, entramos en las montañas. Los caminos se vuelven sumamente difíciles y en algunos lugares peligrosos. Reunido con algunos compañeros de viaje, entre los cuales estaba el Sr. O’Farill, seguí la ruta más corta, mientras que al rey lo hacían desviarse dos leguas, para evitar los pasajes más arduos. Pero nos encontramos metidos en dificultades bastante grandes de las cuales nos costó trabajo salir adelante. Sin embargo, fuimos recompensados de nuestro cansancio por la belleza de los sitios que se presentaban ante nuestros ojos. El camino que habíamos tomado nos condujo a la cima del monte San Cristóbal, el más alto de esta cadena, conocida bajo el nombre de sierra de Tolax. Este monte es la primera tierra de Europa que se divisa sobre las costas de España, al llegar de América y se puede estimar su altura de 1.000 a 1.200 metros por encima del nivel del mar, pero el puerto por el que pasa el sendero que seguíamos solo tenía 600 metros. Desde este puerto por el que traspasamos el umbral que separa la vertiente de las aguas al Océano de la que las lleva al Mediterráneo, descubrimos a lo lejos, a doce o quince leguas de distancia, las montañas de Gibraltar, el estrecho, y al fondo del cuadro, las costas africanas. A partir del puerto, comenzamos a descender, y después de una ruta larga y trabajosa, llegamos, por fin a Grazalema, pequeña ciudad situada en medio de estos desiertos. No obstante, está muy poblada y esconde varias manufacturas de manta de calidad mediocre, pero de gran venta y cuyo consumo se ha extendido mucho. De Grazalema a Ronda, el país se embellece un poco, sin embargo, no notamos allí ninguna cultura, sino hermosos bosques de corcho, cuya corteza es un objeto de comercio(11).


A principio de marzo se hicieron cargo de las partidas guerrilleras del sector occidental de la Serranía de Ronda los capitanes ingleses Cauley y Michell, actuando como secretario de dichos capitanes Andrés Ortiz de Zárate(12). Durante el periodo que operan bajo el mando inglés las partidas de guerrilleros realizaron diversas acciones contra las fuerzas invasoras francesas.

Andrés Ortiz de Zarate

El 11 de marzo entró Ortiz de Zárate en Grazalema donde según él, sus tropas la levantaron y reunieron más gentes. A su entrada medió y tomó parte en las diferencias que había entre las autoridades grazalemeñas y el pueblo. Además para evitar el exterminio de aquellas fue también preciso relevarlos de sus empleos, poniendo otros en su lugar que eligió el mismo vecindario. Las máximas autoridades de Grazalema en aquella época eran Diego Atienza Mariscal, alcalde, su compañero Roque de Pomar y el escribano del ayuntamiento José Gil Atienza, que era primo de Diego Atienza, a los que Ortiz de Zárate acusaba de traidores:


Como sólo se habían ocupado en delatar a los buenos Españoles, para que los franceses lo mataran, cuando entré en esta Villa el 11 de marzo de 1810, por habernos faltado a dar raciones que se les habían pedido dos días antes, y habernos engañado (…) Por todo lo dicho, se alarmó toda la gente contra ellos y los querían matar, y a un señor que allí había que decían que había sido secretario de Murat (…) tomé la determinación de separarlos de alcaldes y que el pueblo eligiese otros a su gusto y así se verifico, dándole yo mismo la varas en nombre de Fernando séptimo, Rey de España e Indias y con esto quedó todo sosegado (13).


Grazalema. Dibujo de Lady Louisa Tenison, 1853


Desde Grazalema marcharon el día 13 hacia Ronda, donde entraron tras haber sido tomada el día anterior esta ciudad por las fuerzas españolas enviadas por el brigadier Francisco González Peinado(14) y el jefe de Escuadra y comandante de la Serranía José Serrano Valdenebro(15). El 14 estaban de vuelta en Grazalema de donde salieron para El Bosque. El 17 regresaron a Grazalema, donde permanecieron hasta el 25 de marzo. Este mismo día Zárate partió de Grazalema hacia Gibraltar escoltado por 30 hombres para solicitar al teniente general Adrián Jácome, comandante general del Campo de Gibraltar, que lo nombrara jefe de las partidas que hasta ahora dirigían los capitanes ingleses Cauley y Michell ya que corrían rumores de que estos capitanes se retiraban a Gibraltar. El 30 de marzo fue autorizado por el general Jácome para acaudillar los pueblos que lo había aclamado. El 4 de abril de 1810 se reunieron las Cuatro Villas en la de Ubrique y reconocieron a Ortiz de Zárate, El Pastor, como Gefe [sic] de ellas en virtud de la presentación formal que les hizo de su superior nombramiento(16).


3. Los franceses entran a sangre y fuego en Grazalema.


En poco menos de un mes Grazalema fue atacada dos veces por las tropas francesas. La primera acción tuvo lugar los días 6 y 7 de abril de 1810. Esta acción estuvo precedida de un bando dado por el coronel y gobernador militar de Ronda, Beaussain, el día 6 en el que instaba, bajo amenazas, a la rendición:

Soy mandado a esta Serranía para incendiar, talar, y hacer castigar a unos furibundos malvados que después de una sumisión falsa, han vuelto a tomar las armas. No encuentro que culpables y así me veo destinado a hacer correr ríos de sangre: que no puedo yo hacer recaer todo el cargo de la venganza que vuestra conducta os ha merecido sobre el Cauley, ese cobarde inglés, que luego que vio que iba a ser envuelto entre las columnas que marchan sobre nosotros ha tomado la fuga y se ha retirado a Gibraltar, pero si para mañana no os restituís a vuestros hogares baxo las autoridades, y entregáis las armas y municiones, ya no tendré compasión de vosotros(17).


Uniforme del 2º francés
de Húsares
de guarnición en Ronda
Pocas horas después una columna de la guardia móvil formada por 3.000 soldados franceses enviados por Beaussain atacó Grazalema. Al tener noticias por las justicias de Villauenga de esta acción Ortiz de Zárate dispuso la salida inmediata de sus hombres que se encontraban en Ubrique. Al llegar a Villaluenga salieron a recibirle el alcalde de la villa, el escribano, José Castañeda, y un beneficiado de Ronda que se encontraba en dicho lugar dándole la noticia falsa de que el ejército francés se había retirado de Grazalema. El creer cierta esta noticia y la fuerte lluvia que caía ese día hicieron que se detuvieran en Villaluenga, enviando para Grazalema al natural de esa villa el teniente Atanasio Gallardo, comandante de caballería, con unos 50 hombres vecinos de la misma. A las dos de la tarde recibió por parte del guardia de Corps Francisco García la noticia de que las fuerzas francesas habían entrado en Grazalema y la batían fuertemente.

Ante esto mandó formar inmediatamente a su partida y se encaminó para Grazalema dividiendo sus fuerzas en tres grupos, el primero con 20 jinetes al mando de Juan de León para que reconociera el sector de la derecha camino a Grazalema, otro formado por 200 infantes al mando del capitán Joaquín de Mora para que reconociera los sectores centro e izquierda de dicho camino, y el tercero con Ortiz de Zárate rezagado con 100 infantes y 60 jinetes a su mando. Al llegar cerca de Grazalema, en el lugar denominado Puerto de las Cruces, Zárate observó cómo las partidas que había enviado en avanzadilla se habían dispersado por las montañas, lo mismo hizo parte de su tropa ante el temor que les causaban las tropas francesas. Ante esta actitud, Ortiz de Zárate decidió internarse hasta cerca de Grazalema para saber con cuántas fuerzas contaba el enemigo. Zárate las valoró en 2.000 soldados de infantería y 50 de caballería. Grazalema estaba parcialmente tomada y sus vecinos, junto a 200 patriotas y dispersos al mando del teniente de Caballería Marcos Morales, se defendían casa por casa(18). Zárate acudió en su ayuda con las restantes fuerzas leales que le quedaban, entre las que se encontraban el comandante grazalemeño Atanasio Gallardo, Manuel Pinero, Pedro Ramírez El Cristo, de Jimena, y su hijo Gabriel Ramírez, mientras las partidas que se habían retirado a las montañas próximas hacían fuego contra las tropas francesas. Ante esta situación, con unas fuerzas francesas que le cuadriplicaban en número y defendidas en la villa que habían tomado parcialmente, decidió retirarse a Benaocaz.


Vista actual de Grazalema. Foto de Jesús Román
Desde allí envió peticiones de ayuda a diferentes pueblos y partidas. Remitió oficios a Francisco Toledano y a Miguel López, que estaban apostados con fuerzas a su mando en diferentes lugares de la Serranía. Igualmente envió un oficio al corregidor de Ubrique para que tuviera preparada una partida de paisanos a primera hora de la mañana. También mandó oficios a los pueblos de Algodonales, Puerto Serrano y Montellano para que acudieran en ayuda de la población grazalemeña por la parte opuesta a la que él estaba.


 
Balas de plomo de los combates
recogidas en las laderas del
calvario.
Foto: Francisco Diánez
Al despuntar el alba de la mañana del 7 de abril reunió las tropas solicitadas y las dividió en dos grupos. Uno de ellos, al mando de Miguel López, se dirigiría a Grazalema a través del Puerto del Boyar, y el otro grupo, al mando de Ortiz de Zárate, a través de la Manga de Villualenga trataría de alcanzar la población por su parte baja. Antes de ponerse en camino supo que las tropas francesas habían abandonado Grazalema y marchaban para Ronda con prisioneros grazalemeños y cargadas de un opulento botín obtenido tras el saqueo de la villa(19). Según Zárate, en Grazalema los franceses tuvieron 81 bajas, entre ellos su general que murió a manos de un muchacho, y más de 200 heridos(20). Por parte española hubo tres patriotas muertos y algunos heridos. El Pastor añadió además que las tropas francesas mataron algunos ancianos y mujeres(21). Por su parte, las fuentes francesas indican que las tropas al mando de Beaussain causaron 20 muertos a las fuerzas españolas en Grazalema. Así lo recoge la Gazeta de Madrid del día 24 de abril de 1810:


El 7 del corriente Mr. El coronel Beaussain llegó a Grazalema, en donde se habían reunido y fortificado todos los insurgentes de aquellas sierras. Se les atacó al punto y 20 de estos desdichados fueron muertos, y los demás tuvieron que someterse. Este último partido han tomado todos los pueblos de aquella parte de Ronda. La víspera de este acontecimiento un cuerpo de insurgentes de 1500 hombres fue igualmente dispersado y destruido(22).


Albert-Jean-Michel de Rocca. 
Recoge en sus Memorias el 
ataque a Grazalema.

En poco menos de un mes las tropas francesas atacaron de nuevo Grazalema. Esta vez fue castigada con mayor dureza. El día 3 de mayo fue enviada una división francesa de tres regimientos de infantería de línea a Grazalema(23) que tras la retirada de Ortiz de Zárate, a finales de abril, se hallaba defendida por 150 guerrilleros al mando de Miguel López(24). Estos guerrilleros y parte de la población grazalemeña se defendieron del ataque francés refugiándose en las casas que rodeaban la plaza que daba entrada al pueblo y en la iglesia de la Aurora, situando colchones en las ventanas para amortiguar el fuego enemigo. Como refleja Albert-Jean-Michel de Rocca en sus Memorias, al llegar a la plaza la avanzadilla de las tropas, compuestas por doce húsares del 10º Regimiento y cuarenta tiradores, (…) fueron alcanzados por el fuego que salía al mismo tiempo de todas las ventanas. Murieron allí, y del mismo modo, todos los que fueron enviados a adueñarse de la plaza, sin causar daño alguno a los enemigos(25). A pesar de ello Grazalema tuvo que capitular. Más de 1.800 soldados franceses entraron saqueándola. González Peinado expone que en menos de 24 horas los franceses redujeron a cenizas tres quartas partes de la población quedando asoladas las mejores casas, y todas las producciones de lana, aceyes, tocinos y demás que componían la subsistencia de sus vecinos, quedando todos en la mayor miseria(26). Los franceses quemaron la Casa Capitular con el archivo municipal y la iglesia de la Encarnación, que posteriormente sería reconstruida. Según Serrano Valdenebro, a partir de este momento Grazalema se sometió forzadamente y faltándonos tropas y medios para cubrirlo se ha mantenido en un género de neutralidad o precaria sumisión al enemigo(27).
10º de Húsares


Este ataque francés a Grazalema fue motivo de confrontación entre las autoridades militares que defendían la zona. Así el brigadier González Peinado hizo recaer la culpa del saqueo de Grazalema sobre Ortiz de Zárate El Pastor al que acusaba de no haber defendido con su tropa a Grazalema:


Recibida noticia de la catástrofe acaecida en Grazalema el día 3 [de mayo], de que hasta entonces nada había sabido, de modo que me llenó de sentimiento e indignación (…) Lo más sensible para mí, fue haber sabido que esta dolorosa escena pudo haberse evitado si el llamado Pastor, que ofreció a aquella villa toda su protección, no se hubiera hecho sordo a los repetidos clamores que le dirigieron, con noticias ciertas de que el enemigo se acercaba, teniendo él a sus ordenes sobre 800 hombres, con los quales se desvió de aquellas inmediaciones(28).


Por el contrario, Ortiz de Zárate se defendía diciendo que en ese momento él se encontraba en Gibraltar sin tener mando ni gente y hacía recaer la culpa en el general Valdenebro y el brigadier González Peinado que por fuerza querían mandar donde los odiaban todos. Según Zárate ese fue el motivo por el que él abandonó la Sierra. Aun así, recalca que dejó en el territorio que él dominaba como partidas móviles a 80 jinetes y 1.636 guerrilleros más otros 378 jinetes y 1.154 guerrilleros que debían permanecer fijos en los diferentes pueblos que formaban el área controlada por Zárate pero que la falta de munición, provocada por las acciones de Peinado y Valdenebro, dificultó la defensa de esta zona que quedó a merced de las tropas napoleónicas(29).

Iglesia de La Aurora, 
baluarte donde se 
defendieron  los 
grazalemeños del ataque 
francés. Foto: Jesús 
Román


Lo cierto es que las rencillas entre las autoridades militares que defendían este sector de la Serranía de Ronda propiciaron que las tropas francesas tuvieran mayor facilidad a la hora de atacar a los pueblos que estaban integrados en este sector.

4. La restauración de la Iglesia de la Encarnación en 1810.


Como hemos comentado anteriormente, la iglesia de la Encarnación fue destrozada durante el ataque francés a Grazalema el 3 de mayo de 1810.

El 10 de agosto de 1810, ante la situación en la que se encontraba la techumbre y ante el peligro que corría el templo de cara al invierno que se aproximaba, se reunió el cabildo de la Iglesia Parroquial para tratar el asunto de la financiación de las obras de restauración del techo o media naranja de la Iglesia de la Encarnación que había quedado reducido a cenizas por la crueldad y perfidia de los franceses como resultado de la obstinada resistencia que aquellos vecinos le pusieron el día 3 de mayo(30); igualmente se pretendía comprar cuatro cálices, patenas, cucharitas y un copón para beneficio y alivio de aquellas almas. Dicho cabildo estaba compuesto por los curas beneficiados, alcaldes ordinarios y los mayordomos de las hermandades que existían en esa fecha en Grazalema.

Cabildo de la Iglesia Parroquial de Grazalema:Dr. D. Gregorio Mateos y D. Antonio Naranjo, Beneficiados y curas ecónomos. Ldo. Dr. Tomás Pérez, D. Bartolomé Díaz, D. Juan Carrasco, D. Alonso Melitón Vázquez, D. Antonio Ruiz y D. Antonio Cazaya, Mayordomos de las Hermandades de las Ánimas, Santísimo, Rosario, Soledad, Aurora, Veracruz y Ángeles.

Según el acta del cabildo hacía poco más de cincuenta años, que la fe y piedad de sus mayores, costearon y erigieron a sus expensas en Iglesia Parroquial con la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación. En ese momento su techo, los retablos, el vestuario y los vasos sagrados estaban convertidos en cenizas, por lo que era urgentísimo, al menos, arreglar su techumbre para que el templo sirviera de nuevo para las funciones sagradas, ya que hasta ahora se estaban realizando en la hermita [sic] de la Aurora en la que apenas cabía la décima parte de las almas.


Iglesia de La Encarnación.
Foto: Jesús Román
Según los miembros del cabildo no se podía esperar que la restauración se hiciera por la devoción de sus fieles porque notaban menos piedad y devoción y esto retrasaría mucho la obra. Además, tampoco esperaban que los fabricantes ayudaran en la reconstrucción debido a las pérdidas que habían tenido por los saqueos e incendios. Por tanto, decidieron que serían las Hermandades grazalemeñas las que con sus propios fondos llevarían a cabo la restauración para que no se arruinara su suntuosa fábrica valorada en cuarenta mil pesos. Para ello las Hermandades pondrían sus fondos en uno común así como el valor de la plata que todavía poseían y que habían logrado salvaguardar de la rapiña napoleónica. Los fondos provenían de las fincas, censos, limosnas, etc. que estas Hermandades poseían.


El cabildo nombró una comisión y diputados así como un tesorero de esos fondos comunes que recayó en Alonso Melitón Vázquez. Este guardaría una de las llaves del arca de tres llaves que serviría para custodiar lo recaudado; las otras dos llaves quedarían a cargo de dos diputados que se turnarían cada 3 meses.

Comisión  y diputados nombrados por el Cabildo de la  Iglesia Parroquial de Grazalema: Dr. D. Gregorio Mateos y  D. Antonio Naranjo (Beneficiados y curas ecónomos)D. Diego Atienza Mariscal y D. Roque de Pomar (Alcaldes ordinarios),D. Alonso Chacón de Lerena; D. Bartolomé Díaz Álvarez; D. Francisco Benítez; D. Francisco Benítez Romero (Presbítero); D. Antonio Dianez; Juan de Dios Bautista Chacón; D. Vicente Naranjo; D. Jose Barea Borrego; D. Jose de Piña; D. José Santiago Lovato; D. Juan Santiago Barea; D. Antonio Jiménez del Canto; D. Lucas Franco; D. Cristóbal Gómez; D. Francisco de Soto y D. Andrés Cano.

El acuerdo del cabildo para restaurar la iglesia de la Encarnación necesitaba la aprobación del Consejo de Regencia, el cual, en nombre de Fernando VII, aprobó, el 18 de septiembre de 1810, el acuerdo adoptado de restaurar la techumbre y recomendó que las obras fuesen dirigidas por un arquitecto de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.


5. Nuevos enfrentamientos. Encuentro con las tropas enemigas en Campobuche.


Grazalema tuvo que soportar la presencia de tropas francesas durante todo el año de 1810. Así, en la tarde del 10 de junio de 1810 los habitantes de Grazalema presenciaron la entrada en sus calles de una fuerza francesa compuesta por 500 soldados que ocuparon la villa camino a Ubrique. Las tropas galas salieron aquella noche y se encaminaron por el Puerto del Boyar y del Dornajo para tomar la Manga de Villaluenga y situarse en el Benafí alto, junto a Ubrique, donde sostuvieron batalla con las fuerzas españolas que lograron rechazarlos una vez que los franceses habían entrado en Ubrique.
Serrano Valdenebro
Las fuerzas napoleónicas se retiraron hacia la Manga de Villaluenga siendo perseguidas por las del sargento mayor Antonio Avilés, compuestas por 200 hombres. Al anochecer, los franceses se retiraron hacia Benaocaz y de aquí fueron a apostarse al Dornajo, marchando al amanecer a Grazalema donde llegaron a las 10 de la mañana del día 12. De nuevo las tropas de Avilés persiguieron a las tropas extranjeras, logrando desalojar de Grazalema a los franceses y haciéndoles retornar a Ronda dejando, según Serrano Valdenebro, 40 muertos entre ellos dos oficiales(31).


El día 29 de diciembre de 1810 las partidas serranas tuvieron un encuentro con las tropas francesas en Campobuche, entre Grazalema y Villaluenga del Rosario. Las tropas de la Sierra fueron puestas en aviso de que los enemigos se encontraban en dicho paraje. Así, parte del Regimiento del Provincial de Ronda, al mando de Juan Machado, que se hallaba destacado en Benaocaz salió para atacar a los enemigos, dejando para cubrir la retirada en la Manga de Villalengua al ayudante Francisco Roldán y al teniente Antonio Fustis con una guerrilla. El resto de la tropa, compuesta por 12 guerrilleros, continuó el camino hacia Campobuche. Antes de llegar se les unieron los patriotas de Villaluenga y la partida de Pedro Pérez. A la altura de Villauenga fueron atacados por las fuerzas francesas. En ayuda de las fuerzas españolas acudió por la izquierda el teniente de la Reyna Macías Ballesteros con una guerrilla de 40 hombres, con dos sargentos y dos cabos, provenientes de Ubrique, realizándole al enemigo una descubierta merced a la cual le sustrajeron ganado yeguar y vacuno que tenía en su poder. Continuaron persiguiendo a las tropas francesas hasta las cumbres de Grazalema, aumentando las fuerzas españolas con la incorporación del capitán Fernando Álvarez, con alguna caballería de Patriotas, otras fuerzas del Regimiento de la Reyna al mando del teniente Silvestre Palacios(32), la partida de Patriotas de Ubrique y desmontados del Escuadrón Franco de ella, formando cuatro pequeños grupos con los que atacaron a los enemigos. Éstos se reforzaron con una columna proveniente de Grazalema, dejando en esa villa algo más de 300 hombres para defenderla de un posible ataque de las fuerzas españolas. La columna francesa, cuyo número de hombres triplicaba a los que disponían las fuerzas españolas, realizó un vivo fuego con mortero y pedrero por espacio de más de una hora. Ante esta tesitura, las fuerzas españolas tuvieron que replegarse hacia Villaluenga. 
Regimiento Español
de la Reina


El enfrentamiento se saldó con cuatro soldados del regimiento de la Reyna heridos, uno de ellos de gravedad, y con un oficial muerto y varios soldados heridos por parte francesa. En este enfrentamiento se destacó por su valor el joven de 16 años Juan Fidel Guerrero, cadete del Escuadrón Franco de Ubrique(33).


6. Problemas con las autoridades locales de Grazalema.


Desde el primer momento del levantamiento de la Serranía hubo partes de la población dispuestas a colaborar con el enemigo, como en Zahara donde se estableció un gobierno afrancesado. Hemos de suponer que las autoridades de Grazalema ante el perjuicio económico que podría provocar un ataque o sitio a la villa, cuya economía principal se basaba en las manufacturas textiles, y tomando como ejemplo la vecina Ronda, donde las fuerzas francesas entraron sin resistencia, decidieron que la colaboración con las fuerzas ocupantes debía ser el camino a seguir para asegurar la subsistencia local. Aun así, la mayor parte de la población estaba dispuesta a levantarse contra las tropas invasoras, como así lo hicieron.

Uniforme de los Regimientos Provinciales

González Peinado exponía que había autoridades que trataban de oponerse a la voluntad decidida y deseo general del pueblo, oponiéndose a su armamento, abultando los riesgos a que se exponía de verificarlos, y tratando de destruir por este y otros medios semejante el entusiasmo que se manifestaba, dirigido por el más exaltado patriotismo. Entre estas autoridades enumera González Peinado a las de las villas de Grazalema, Gaucín y Cortes:


(…) en las quales, aunque en todo su benemérito vecindario y mucha parte de su ayuntamiento se abrigaban los mismos sentimientos y deseos que en los demás pueblos, no faltaron entre sus vecinos algunos que seducidos, o mal guiados, trataron de imponerse a mis propuestas y al espíritu del pueblo todo, vituperando la conducta del gobierno, insultando mi persona y comisión hasta el extremo de comprometer la autoridad y la tranquilidad pública por un movimiento popular, que pudo sofocarse en su origen, gracias al buen zelo [sic] y esfuerzos de algunos vecinos y a los buenos deseos de los demás.


Por ello tuvo que ser determinante y emitió un bando el 17 de febrero de 1810 desde Benarrabá en el que advertía:


Hasta aquí he obrado con los términos que exigen la política y la prudencia, y aun me atrevo a decir que también de mi bondad, las circunstancias han variado, los pueblos han tomado el justo partido que debían tomar, quieren defenderse, y esta heroica virtud debo sostenerla, y la sostendré hasta el último suspiro: se acabo el egoísmo señores justicias, la patria es primero de todo y si vms. no me suministran y prestan quantos auxilios necesite obraré militarmente, qualquiera voz insidiosa que se propague indagaré de donde ha salido y recibirá el castigo que merezca, todos somos en el día militares, y el que se separe de este justo modo de pensar no merece el nombre de Español(34).


La conducta de las autoridades políticas grazalemeñas creó una serie de problemas durante el tiempo en que Grazalema permaneció bajo la influencia de las fuerzas de Ortiz de Zárate. Como hemos señalado anteriormente, el 11 de marzo entró Ortiz de Zárate en Grazalema y a su llegada intervino en las diferencias que había entre las autoridades grazalemeñas y el pueblo destituyendo a aquéllas y procediendo a elegir nuevos mandatarios. Las máximas autoridades de Grazalema en aquella época eran el alcalde Diego Atienza Mariscal, su compañero Roque de Pomar y el escribano del Ayuntamiento, José Gil Atienza, que era primo de Diego Atienza, a los que Ortiz de Zárate acusaba de traidores y de haberse quedado con ganado comprado con dinero de la nación. Según Zárate, tras deponer a las autoridades grazalemeñas éstas solicitaron el auxilio de las autoridades francesas para que fueran restablecidos en sus puestos, cosa que hicieron tras atacar Grazalema aprovechando las rivalidades existentes entre éste y González Peinado y Valdenbebro(35). Igualmente indicó que a las Justicias de Grazalema se le hizo entrega de grandes cantidades de dinero, víveres, ganado y telas:


A la villa de Grazalema se le dio 5 mil reales que se hallaron allí en la Administración de Tabacos pertenecientes a los enemigos, 15 mil reales y 100 varas de paño que igualmente tenían en Zara [sic] para la milicia cívica, 12 ó 15 mil reales de los fondos de Villaluenga, 500 arrobas de aceyte, 500 puercos, 2 mil cabezas de ganado vacuno, 73 Potros, 34 Mulos, carneros, machos y cabras, 6 mil varas de paño fino de varios colores que allí igualmente se hallaron, innumerables cargas de vino, aguardiente, trigo, harina, cebada y otros efectos. Todo esto quedó entregado en poder de la Junta que tenía el pueblo establecida, sin que el representante hubiese tenido en sí ni aun visto ninguno de dichos renglones, pues que los mismos comandantes que los aprendían los entregaban inmediatamente á las citadas Justicias, de quienes recogían los competentes resguardos. Además de lo dicho, se entregó al Tesorero D. Francisco Oliva, de la misma villa de Grazalema 60.038 rs., los 12 mil de los fondos públicos de Benaocaz (…)(36).


Uniformidad de un Regimiento imperial de Voltiguers 

Diego Atienza permaneció en su cargo hasta mayo de 1812. Durante este tiempo colaboró con las tropas francesas. A finales de marzo de 1811 las autoridades grazalemeñas enviaron al gobernador de Ronda tres delegados para solicitarle que defendiera a la localidad grazalemeña de la llegada de los hombres que componían las guerrillas españolas, ya que según las autoridades estas partidas robaban y exigían exacciones. Estos delegados grazalemeños manifestaron ante el gobernador de Ronda su fidelidad y adhesión a José I(37).


En abril de 1812 las autoridades militares francesas solicitaron a las autoridades grazalemeñas que le abastecieran de víveres aprovechando que el general Francisco Ballesteros(38) había salido hacia Sevilla. Diego Atienza envió a Gibraltar a un grupo de contrabandistas para aprovisionarse de los víveres solicitados por las autoridades francesas. Cargaron más de 2.000 arrobas de arroz y otras 2.000 de bacalao, las transportaron hasta Grazalema y posteriormente las pasaron a Zahara, que estaba bajo control francés y de donde al atardecer del 9 de abril fueron recogidas por un destacamento francés compuesto por más de 300 soldados provenientes de Ronda.


Colores Regimentales del  43 de linea Francés presente
en el asalto y saqueo de Grazalema
Tras la marcha de los franceses a finales agosto de 1812 Grazalema quedó devastada. Como hemos visto, su caserío quedó destruido, hubo que reconstruir la iglesia de la Encarnación, la economía estaba agotada por las continuas exacciones tanto de las tropas españolas como de las francesas y la producción de artículos manufactureros, motor de la economía grazalemeña, perjudicada por los más de dos años de guerra. A esto habría que sumar el problema del comercio interior y la independencia de los territorios en Hispanoamérica. Aun así, Grazalema se repuso de las heridas causadas y continuó siendo hasta finales del siglo XIX la localidad más importante de la Serranía de Villaluenga.


NOTAS

* Texto basado en el artículo publicado en: VV.AA: Estudios sobre la Guerra de la Independencia Española en la Sierra de Cádiz. Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía. Dirección General de Administración Local, 2012, págs. 269-282.

** Licenciado en Historia. Miembro de la Asociación Papeles de Historia.

(1) Los dispersos eran soldados y oficiales escindidos de sus regimientos, bien por haber sido derrotados o bien por haber huido o desertado de los mismos. Según Rafael Vidal Delgado los soldados eran en su mayoría voluntarios que durante los periodos de guerra se alistaban por obligación patriótica aunque siempre con ánimo de desertar. Vidal Delgado, Rafael: Jimena y el Campo de Gibraltar en la Guerra de la Independencia. Texto de la conferencia impartida el día 26 de marzo de 2004 en Jimena de la Frontera, pág. 6.

(2) OLMEDO CHECA, Manuel: Documentos para la historia de la Guerra de la Independencia en la Serranía de Ronda. Málaga, Real Academia de las Bellas Artes de San Telmo, 2007, pág. XXV.

(3) ROMERO ROMERO, Fernando: Guerra de la Independencia: Villamartín, 1808-1813. Villamartín, Ayuntamiento de Villamartín, 1999, pág. 58.

(4) OLMEDO CHECA, Manuel: Documentos..., op. cit., págs. XXXIII-XXXIV.

(5) LOBO MANZANO, Luis y VILLA GARCÍA, Juan: “Grazalema según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, Anexo I”, en Grazalema 1752, según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Colección Alcabala del Viento. Centro de Gestión Catastral y Cooperación Tributaria-Ed. Tabapress, 1996, pág. 48. SERRÁN PAGÁN, Ginés: Cultura e Historia de Grazalema. Replanteamiento de la antropología de un pueblo andaluz. Málaga, CECA, 1984, págs. 29-42.

(6) PINILLOS ORTIZ DE LANDALUCE, Fernando: Historia de Grazalema. Madrid, Graficas Sebastián, 1987, pág. 64.

(7) OLMEDO CHECA, Manuel: Documentos..., op. cit., pág. XXXVIII.

(8) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: Presentación que Don Andrés Ortiz de Zárate, conocido por el Pastor en la Serranía de Ronda, hace al Soberano Congreso Nacional reunidos en Cortes Extraordinarias, con motivo de la causa que se le fulmino, y ha sido sustanciada, y determinada en su favor por la Real Audiencia Territorial residente en esta plaza. Cádiz, Imprenta de la Viuda de Comes, 1811, págs. 1-12.

(9) DE TORRES Y TORRES, Juan Bautista: Canción Histórica. Primer ensayo Poético de las heroicas acciones hechas por los Valientes habitantes de la Serranía de Fernando Séptimo (alias de Ronda) (…). Cádiz, Imprenta de la Junta Superior de Gobierno, 1811, pág. 8 y Vidal Delgado, Rafael: Jimena y el Campo de Gibraltar…, op. cit., pág. 9. Vidal Delgado expone que esta acción se produjo un día antes, el 14 de febrero.

(10) Gazeta de Madrid del día 11 de marzo de 1810 (Nº 70).

(11) MIOT DE MÈLITO, Comte: Mémoires du Comte Miot de Melito. Volumen III. París, Michel Lèvy Fréres, 1858, págs. 114- 115. Agradezco a Mercedes Gómez Angulo su ayuda a la hora de traducir este texto.

(12) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: Presentación..., op. cit., pág. 15.

(13) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: La más justa vindicación que presenta a sus compatriotas don Andrés Ortiz de Zárate, conocido por el pastor en la Serranía de Ronda (...) con motivo de los atroces delitos que le atribuye (...) D. Francisco González Peynado (...): con otras cosas que ilustran al público. Algeciras, [s.n.], 1812 (por Juan Bautista Contillò y Conti), Documento nº 1, págs. 12-15.

(14) Militar de carrera nacido en Arjona (Jaén) en 1776. Destacó heroicamente en el segundo sitio a Zaragoza donde obtuvo el grado de coronel. Participó en la defensa de la Serranía de Ronda primero dirigiendo varias partidas para posteriormente ser la mano derecha del jefe de Escuadra Serrano Valdenebro. El 21 de septiembre de 1810 fue elegido Diputado suplente a Cortes por Jaén. MARTÍN DE MOLINA, Salvador: “González Peinado, Diputado por Jaén, y la Guerra de la Independencia. ELUCIDARIO Nº1, Seminario bio-bibliográfico Manuel Caballero Venzalá, Marzo 2006, págs. 86-112.

(15) José Serrano Valdenebro de ascendencia grazalemeña ya que su padre, José Serrano Arjona, era natural de esta Villa. Éste se casó con Francisca Valdenebro Ruiz natural de Cortes de la Frontera, naciendo José Serrano Valdenebro en ésta última población el 5 de noviembre de 1743. Militar de carrera llegó al grado de jefe de Escuadra -Vicealmirante-. Tras la invasión francesa de la Serranía Rondeña fue nombrado comandante en jefe de las partidas y guerrillas hasta que fue relegado y enviado en julio de 1811 al Ferrol y más tarde a Cartagena. Falleció en esta última ciudad el 6 de marzo de 1814. VIDAL DELGADO, Rafael: Jimena y el Campo de Gibraltar…, op. cit., págs. 75-77.

(16) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: Presentación..., op. cit., págs. 15-18.

(17) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: La más justa vindicación..., op. cit., págs. 30-31.

(18) AYMES, Jean-René y BITTOUN-DEBRUYNE, Nathalie (eds.): Memorias sobre la guerra de los franceses en España de Albert- Jean-Michel de Rocca. Silex-Servicio de Producciones de la Universidad de Cádiz, 2011, pág. 141. El autor Albert-Jean- Michel de Rocca dice respecto a Grazalema: El pequeño pueblo de Grazalema era el cuartel general de los montañeses. El mariscal Soult mandó que una columna de la guardia móvil de tres mil hombres marchara contra él. Los contrabandistas se defendieron de casa en casa y sólo abandonaron el lugar cuando se quedaron sin munición. Escaparon entonces hacia la montaña, tras haber provocado considerables bajas entre nuestros soldados, y ocuparon otra vez la aldea en cuanto se fue la columna móvil.

(19) En su huida a Ronda estas tropas sufrieron una emboscada en el Peñón de Mures en Montejaque donde las partidas españolas recuperaron parte del botín robado en Grazalema y le causaron numerosas bajas. Así lo recoge el Manifiesto de la Villa de Cortes: Al paso de una división [francesa] por el Puerto y Sierra de Mures, orgullosa con las ruinas que acababan de executar en Grazalema (…) cargada de un rico y opulento botín, de multitud de acémilas y bagages, con un considerable número de vecinos prisioneros pasaba por aquellas estrechuras con el ostentoso aparato de un ataúd en que iba el cadáver de un oficial de los que habían muerto en el furioso ataque de este Pueblo. GARCÉS BAREA, Francisco: Manifiesto de las acciones de Guerra y señalados servicios que ha hecho la Villa de Cortes en la gloriosa defensa que han sostenido los pueblos de la Serranía de Ronda contra la invasión del tirano Napoleón. Cádiz, Oficinas de Don Nicolás Gómez de Requena, 1813, pág. 17.

(20) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: Presentación..., op. cit., págs. 18-22. No hay referencias del nombre del posible general muerto en combate en Grazalema, pero si conocemos que fueron heridos varios oficiales: el teniente Martin (6 de abril) y el subteniente Corbet (8 de abril), del 43º de infantería de línea, MARTINIEN, Aristide: Tableaux par corps et par batailles des officiers tués et blessés pendant les guerres de l´empire (1805-1815). París, Éditeur Militaire, Henri Charles-Lavauzelle, 1899, pág. 216. Igualmente en esta tabla aparecen como heridos en Grazalema de este mismo regimiento el jefe de Batallón -Comandante- Chatelain el 24 de abril de 1810 y el subteniente Emery el día 21 de mayo de 1810.

(21) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: La más justa vindicación..., op. cit., pág. 30. González Peinado dice que estaba defendida por 70 hombres. GONZÁLEZ PEINADO, Francisco: Manifiesto que hace a la Nación el brigadier D. Francisco González Peinado, Benemérito de la patria en grado heroico y eminente (…). Cádiz, Imprenta de D. Vicente Lema, 1811, pág. 85.

(22) Gazeta de Madrid del día 24 de abril de 1810 (Nº 114).

(23) El 2 de mayo los franceses habían atacado Algodonales causando enormes pérdidas humanas y materiales. La Gazeta de Madrid, nº 145 del 25 de mayo de 1810 recogió un escrito del mariscal Soult, fechado el 7 de mayo en Sevilla, en el que se relataban los sucesos acaecidos en Algodonales y Grazalema. De esta última decía: Este terrible exemplo [Algodonales], que debería desengañar los demás pueblos de la serranía, principalmente a Grazalema, que había experimentado anteriormente el castigo, sirvió de poco, pues una fuerte partida de vecinos de Grazalema aun todavía quiso tentar la suerte de los combates; pero quedaron destruidos. Más adelante el texto dado por el mariscal Soult advertía: ¡Oxalá que el exemplo de las villas de Algodonales y Grazalema sirvan siquiera de lección á los demás pueblos vecinos!. Esta advertencia no sirvió de nada y los pueblos de la Serranía de Villaluenga continuaron enfrentándose a los franceses: el 15 de mayo fue atacada y saqueada Villaluenga, y el 16 hicieron lo mismo con El Bosque y Ubrique.

(24) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: La más justa vindicación..., op. cit., pág. 60. También había en Las Huertas de Benamahoma una partida guerrillera al mando de Calvillo compuesta por 36 hombres y en el Puerto del Boyar otra al mando de Rafael Sánchez con 52 hombres.

(25) AYMES, Jean-René y BITTOUN-DEBRUYNE, Nathalie: Memorias sobre la guerra…, op. cit., págs. 141-142. No es cierto todo el relato de Rocca ya que Grazalema tuvo que capitular y sufrió numerosas bajas. Los nombres de las personas que murieron en la defensa de Grazalema se encontraban en el Libro 11 de defunciones del Archivo Parroquial de Grazalema donde existía una certificación del día 3 de mayo de 1810 donde se recogían los nombres de los defensores que murieron en ella. ROMERO DE TORRES, Enrique: Catalogo monumental de España. Provincia de Cádiz (1908-1909).Tomo I. Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, 1934, pág. 400. Por otra parte entre los oficiales franceses hubo tres bajas del 40º regimiento de infantería de línea, dos heridos, el capitán Lerouge y el teniente Prudent, y un muerto el teniente O´Farell. MARTINIEN, Aristide: Tableaux par corps…, op. cit., pág. 211.

(26) GONZÁLEZ PEINADO, Francisco: Manifiesto..., op. cit., págs. 84-85.

(27) SERRANO VALDENEBRO, José: Manifiesto de los servicios hechos a la patria por el Gefe de Escuadra don José Valdenebro desde el movimiento de la nación a la justa defensa contra la invasión que nos tiraniza, hasta su remoción del mando de la Sierra Meridional acordada por la Regencia en 2 de julio de 1811. Algeciras, Juan Bautista Contillò y Conti, 1811, pág. 19.

(28) GONZÁLEZ PEINADO, Francisco: Manifiesto..., op. cit., págs. 84-85.

(29) ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés: La más justa vindicación..., op. cit., págs. 56-62.

(30) AHN, CONSEJOS, 12005, EXP. 69.

(31) SERRANO VALDENEBRO, José: Manifiesto de los servicios…, op. cit., págs. 26-28.

(32) Silvestre Palacios en el parte dado a sus superiores indica: Habiendo salido de Partidas de Guerrilla del Puerto de la Manga de Villaluenga, me dirigí acia [sic] Grazalema por el pueblo de Benaocaz, y vine a caer sobre las viñas de Grazalema, en donde me encontré [a] los enemigos tiroteándoles con otra partida de mi Regimiento de mi Reyna, y de otra del escuadrón de Ubrique y patriotas. Archivo Histórico Nacional (Abreviado AHN), Deposito de Guerra (Abreviado: DG), Diversos-Colecciones, 94. N 56.

(33) AHN, DG, Diversos-Colecciones, 94. N.57.

(34) González Peinado, Francisco: Manifiesto..., op. cit., págs. 29-31.

(35) Ortiz de Zárate, Andrés: La más justa vindicación..., op. cit., Documento nº 1, págs. 12-13.

(36) Ortiz de Zárate, Andrés: Presentación..., op. cit., págs. 35-36.

(37) AHN, DG, Diversos-Colecciones, 134, N 58.


(38) Había sustituido a Serrano Valdenebro en el cargo. Fue nombrado a mediados de junio de 1811 comandante general del Campo de Gibraltar. A partir de enero de 1812 asumió la capitanía general de los Cuatro Reinos de Andalucía.